El gadget del sábado
Nothing Phone (1), el teléfono más llamativo por €469 pero... ¿vale la pena?
Probamos el nuevo (primer) teléfono de esta casa. Y este es el veredicto
Excepto contados nombres, la mayoría de los periodistas tecnológicos recibimos un dispositivo por parte de una marca (sea un teléfono, una aspiradora o una TV) y a las pocas semanas lo tenemos que devolver. Durante ese lapso… “cada maestrito con su librito”. Hay quienes someten el procesador a pruebas de análisis cuántico, la cámara a cirugía neurovascular y la batería a espectroscopías dobles. Y está bien. También hay quienes lo usan como su móvil diario, se lo dan a su hijo o hija (ejem…) y lo someten a descarga de juegos, aplicaciones y sobrecarga de cámara. Todo ello con el objetivo de saber si es bueno. O no. Esto último es lo que hemos hecho con el nuevo teléfono de Nothing, el Phone (1). Nada de florituras: un uso directo para responder si te será útil dependiendo qué tipo de usuario seas.
Lo primero que llama la atención de este teléfono es su diseño. Todo el que lo ve piensa inmediatamente en un iPhone de última generación. Sobre todo si hablamos del modelo en blanco, un clásico de la marca de la manzana al vestir a sus iPod, cascos y otra parafernalia accesoria. En este apartado, llama la atención inmediatamente sobre el resto. Si a eso le sumamos su juegos de LEDs, que se iluminan para hacernos ver que nos ha llamado determinado contacto, nos llega un mensaje o tenemos una notificación de una app, el diseño va acompañado de propósito. Bien conseguido. También es positivo que si lo damos vuelta y lo apoyamos sobre la mesa, automáticamente se pone en mute y las notificaciones se activan con la luz LED.
El problema es que solo se iluminan cuando nos llegan: tenemos que estar viéndolo permanentemente para saber que nos han llamado o que tenemos una notificación, de lo contrario… “si parpadea se lo pierde”. Y esto es un error: si el objetivo de la marca era que no estemos pendientes del móvil, este sistema nos hace más dependientes aún. Bastaría con dejar una de las luces parpadeando (la misma que se enciende cuando está cargando por ejemplo) para que sepamos que hay un aviso. Esto se resuelve fácilmente, así que más que un problema, podríamos hablar de obstáculo.
En el uso diario podríamos definirlo como el más Android de los teléfonos… sin ser un Pixel. El sistema operativo fluye muy bien, es ascético (casi espartano) y solo propone lo que casi todos usamos habitualmente. Es muy fácil de tener y de usar.
En mano es más ligero de lo que parece a la vista. Se agradece su perfil recto (otra vez los iPhone) y no se marcan tanto las huellas en el modelo blanco. Po suerte hay fundas transparentes que permiten “lucirlo”.
La carga no es la más rápida del mercado, sin dudarlo. Una hora para pasar de 0 a 100, con las proporciones que se mantienen (de 0 a 50% en media hora). Pero tiene una batería de 4.500 mAh y su software no es muy demandante. Así que a menos que estemos jugando a un videojuego “pesado” o en videoconferencias constantes, es una batería que durará todo el día sin problema. La carga rápida es de 33 W (para campeonato nacional pero no gana diploma en los JJOO) y tiene carga inversa.
La pantalla (AMOLED de 6,55 pulgadas) está en el estándar del mercado: buena calidad, tasa de refresco de 120 Hz (se actualiza 120 veces por segundo, perfecta para videojuegos) y tiene una resolución Full HD+. Eso sí, quizás a pleno sol le falte un poco de brillo. Es el típico móvil que, en el verano, puede pedir una gorra para hacer sombra.
El procesador tampoco es el gama alta de Qualcomm, aunque sí un gama media top: el Snapdragon 778G+. Más que suficiente para la mayoría de los mortales que usamos el móvil para lo que lo usamos y no para piratear a la Nasa en nuestros ratos libres o hackear la cuenta del aeropuerto para que nos pasen a primera en nuestro próximo vuelo. Va perfecto y a menos que nos dediquemos a la crítica de videojuegos a escala de que Pikachu nos llame por nuestro nombre, no notaremos demoras ni saltos o fallos.
En memoria puede andar un poco justo, sobre todo si hablamos de almacenamiento: 256 GB. Entre las descargas, los archivos, las fotos, los vídeos y demás, hay quienes pueden percibir cierta lentitud al cabo de un tiempo…Cuánto dependerá mucho de nuestro índice de Instagramer. Por suerte el funcionamiento de la nube de Google es muy bueno y basta volcarlas una vez por mes allí arriba para ir despejando espacio y mantenerlo a pleno rendimiento. Los 8 GB o los 12 GB de RAM también son suficientes para la mayoría de los habitantes del planeta que compran móviles.
Las cámaras. Recurriendo a la ironía, los móviles inteligentes lo son, en parte, porque deciden qué lente usar según la foto que estemos tomando: macro, gran angular, tele, etc. Los dos lentes principales del Nothing Phone (1) son de 50 MP. El que más usaremos tiene un procesador de imagen de Sony de los mejores del mercado. Y el otro, con función macro, lleva un Samsung. Hay garantía de calidad. No son los Leica que visten los Huawei, ni las lentes de un iPhone que a muchos atraen, pero son muy buenas en modo retrato, paisaje, en macro bastante decentes y en modo noche no van a ir a la cárcel. No es un móvil para fotógrafos (esos señores y señoras que profesionalmente se dedican a pintar con luz) pero sí para los que queremos imitarlos. Ah! las luces LED pueden servir de apoyo para fotografías que lo precisen, un flash putativo en pocas palabras. Lo cual está bien. No es para declararlo de interés nacional, pero se pueden tirar fuegos artificiales. La cámara delantera (16 MP de potencia resolutiva) también se comportan muy bien. En resumen: muy buenas fotografías en los modos más habituales (retrato, macro y paisaje), digno por la noche y con algunas piezas para individualizar el menú para los más osados.
El lector de huellas aprueba con un ocho y el reconocimiento facial, lo dejamos pasar porque me suena la cara pero le falta trabajo. En sonido, podremos poner esos mensajes del o la ex de turno para que lo escuchen en la mesa de al lado y no habrá problema.
El Nothing Phone (1) es el teléfono más bonito de los últimos años… con lo subjetiva que es esta frase. Y en su interior tiene lo que muchos otros de similares características ofrecen. Eso sí, el precio (a partir de 469 euros) es muy competitivo y es un teléfono que aspira a durarnos al menos 4 años. La mayoría de los bípedos sapiens del planeta estarían encantados con él. Eso sí el modelo blanco es más bonito. Y esto no está sujeto a debates.