Opinión
Vía Crucis con sorpresas
La décima estación fue comentada por un joven ucraniano que después de escapar de Mariupol hacia Italia volvió con su familia a Ucrania
No una sino dos sorpresas han acompañado la celebración del tradicional Vía Crucis que los Papas celebran el Viernes Santo en el Coliseo romano. La primera fue la decisión tomada a última hora de que este año no lo presidiera Francisco; sus médicos desaconsejaron al Papa que estuviera a la intemperie durante más de hora y media en una noche especialmente fría; muy a su pesar Bergoglio obedeció su consejo y siguió el rito desde su residencia de Casa Santa Marta.
La segunda sorpresa la han constituido los textos leídos para comentar las catorce estaciones del Vía Crucis y que no se hicieron públicos hasta tres horas antes de que comenzara la ceremonia. En la oración inicial fueron presentados como “ecos de paz , gritos que vienen de países y zonas hoy devastados por la violencia, las injusticias y la pobreza”.
La primera estación fue comentada desde Tierra Santa donde, se dice, “la violencia parece ser nuestro único lenguaje; vivimos juntos sin reconocernos el uno al otro, rechazando uno la existencia del otro, condenándonos mutuamente en un círculo vicioso sin fin y cada vez más violento".
Siguieron la voz de un migrante de África occidental que intentó la travesía del Mediterráneo seis veces hasta conseguir llegar a Malta y las de jóvenes de centroamérica que ven “crecer las espirales del narcotráfico, de la violencia, de las dependencias y la explotación de las personas".
La décima estación (Jesús es despojado de sus vestiduras) fue comentada por un joven ucraniano que después de escapar de Mariupol hacia Italia volvió con su familia a Ucrania: "Aquí la situación sigue siendo difícil -escribe- hay guerra por todas partes, la ciudad está destruida”. “Yo en cambio soy un joven ruso -comienza así su testimonio- y al decirlo experimento casi un sentimiento de culpa pero al mismo tiempo no entiendo por qué y me siento doblemente mal”; en la guerra han perecido su hermano de 18 años y de su padre y abuelo no ha tenido desde hace meses noticia alguna. "Jesús por favor – así reza la oración escrita por él- haz que haya paz en todo el mundo y que todos podamos ser hermanos".
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