Redes sociales

La respuesta al odio en internet: terapia en vez de castigo

El objetivo de Austria no es modificar las opiniones políticas, sino cambiar las perspectivas y las actitudes

Austria implanta un programa pionero para combatir el odio en la red
Austria implanta un programa pionero para combatir el odio en la redAlejandro OleaLa Razón

Peter, un joven de 17 años, publicó en sus redes sociales cientos de memes sobre Hitler y símbolos nazis que, cuando la fiscalía austríaca los imprimió como prueba, suponían un expediente de 15 centímetros de grosor.

Sin embargo, no tuvo que pagar una multa ni afrontar una posible pena de cárcel: acude desde hace cuatro meses a un curso de sensibilización llamada "Dialog statt Hass" ("Diálogo en lugar de odio"), de la asociación Neu Start ("Reiniciar"), informa Clara Antón desde Efe.

Allí, trabajadores sociales especializados le ayudan a reflexionar sobre las razones que lo empujaron a cometer esos delitos -la apología del nazismo está penada en Austria- y, aunque todavía está en el programa, ya ha empezado a cambiar su forma de ver las cosas y de relacionarse con los demás.

Cuando Stephanie Mayerhofer, la trabajadora social con la que realiza esa actividad, le llevó en persona al memorial vienés que recuerda a los judíos austríacos asesinados por los nazis, el "Muro de los Nombres" ("Namensmauern", en alemán), algo en él se transformó. Ese monumento recopila los nombres y apellidos de 64.440 judíos de todas las edades asesinados en el Holocausto.

"Tantos nombres y detrás de cada uno hay una vida y una familia que fueron destruidas. Nunca volveré a publicar cosas nazis como esas", prometió Peter a Mayerhofer, quien afirma que el joven estaba muy avergonzado por sus actos.

La propia Mayerhofer calificó su visita al monumento como "conmovedora" y explicó que es importante tratar el contexto histórico "no a través de hechos y cifras, sino a través de emociones y experiencias individuales".

En cualquier caso, el principal objetivo de este programa no es cambiar las opiniones políticas, sino modificar "las perspectivas y trabajar las actitudes" para aprender a gestionar las emociones y no recurrir a la agresividad.

Como Peter, muchas otras personas acusadas de delitos de odio tanto en internet como por sus actos en público acuden a esta "terapia" sustitutoria para tratar de cambiar sus comportamientos racistas, xenófobos y homófobos mediante la reflexión.

Pero el programa no es voluntario: la Justicia lo ofrece desde 2019 como alternativa a un proceso penal y a una posible condena, pero en caso de no acudir a él, los tribunales seguirían los cauces ordinarios.

El 90 % de quienes siguieron el curso tuvieron un cambio de comportamiento positivo, asegura Mayerhofer en una entrevista con EFE, y se suele dar normalmente en un período de tiempo de entre seis y nueve meses, aunque puede alargarse si es necesario.

Una vez cada dos semanas, los trabajadores dialogan cara a cara con las personas que acuden a la "terapia" para llegar al corazón de su problema y evitar reincidencias.

Después de una fase piloto de 2017 a 2019, "Dialog statt Hass" ha sido tan exitoso que ya no sólo trata delitos de odio en las redes sociales, sino también en la vida real.

"Realmente llegamos al núcleo del asunto: ¿Qué escribiste? ¿Cómo se llegó a eso? ¿Qué pasó antes de eso? ¿Qué te lleva a tener esta opinión? ¿Qué es lo que te enfada tanto?", cuenta Mayerhofer sobre cómo es su diálogo con ellos.

Pero también les hacen ver cómo afectan sus actos a los demás, una empatía que a veces se pierde en las redes sociales.

"Tratamos de sensibilizar a la gente sobre las consecuencias que hay si publican algo discriminatorio, si atentan contra las personas: ¿Qué les ocasiona eso a las víctimas? ¿Cuáles son las consecuencias?", explica.

La mayoría de las personas que siguen estas terapias son hombres, el 75 %, con la edad más frecuente situada entre los 40 y los 60 años.

Los delitos relacionados con el extremismo de derechas son, por el contrario, cometidos en gran parte por jóvenes: "A menudo, comparten imágenes, memes o mensajes de texto y les gusta el contenido de 'humor negro' sobre Hitler y cosas por el estilo", asegura Mayerhofer.

Aparte de las conversaciones individuales con los "pacientes", dos veces al año realizan reuniones grupales con ellos que también resultan muy fructíferas.

Una de esas reuniones es junto con un juez del Tribunal Regional de Viena, en una sala de audiencias real en la que los "pacientes" tienen la oportunidad de dialogar con el togado y resolver dudas "en un entorno muy impresionante".

"Ahí se se sienten apreciados y valorados porque un juez se toma su tiempo (para estar con ellos). Es muy importante para ellos", destaca la trabajadora social.

La otra reunión grupal se centra específicamente en delitos de antisemitismo y tiene lugar en un centro público encargado de documentar los crímenes nazis, informa Efe.