Investigación
Nueva evidencia de la efectividad del cigarrillo electrónico para ayudar a dejar de fumar
Un ensayo con más de 1.200 fumadores demostró que añadir esta vía al asesoramiento estándar mejoraba las tasas de abandono del tabaquismo sin empeorar los riesgos para la salud después de 6 meses
Después de más de una década en el mercado como productos de consumo (en Estados Unidos, algo menos en Europa) los sistemas electrónicos de administración de nicotina -o cigarrillos electrónicos- siguen siendo muy controvertidos en la comunidad médica y de salud pública.
Sin embargo, las investigaciones han llevado a los cigarrillos electrónicos a un punto de inflexión. Hasta la fecha, la evidencia científica a gran escala que han conseguido demostrar afirmaciones como que el cigarrillo electrónico es un 95% menos perjudicial que el tabaco de combustión en términos de toxicidad – respaldad por numerosos estudios y revisada por el Ministerio de Sanidad de Reino Unido y el Colegio de Médicos de Londres; o que hay un 60% más de posibilidades de dejar de fumar con el cigarrillo electrónico que con otras fórmulas de nicotina, como parches, medicación u otras terapias de reemplazo- como muestra un estudio del Instituto Wolfson, adscrito a la Queen Mary University (Londres)
"La carga que suponen la enfermedades relacionadas con el tabaco es demasiado grande como para ignorar posibles soluciones como los cigarrillos electrónicos", señala Nancy A. Rigoti, internista del Hospital General de Massachusetts (Boston) y profesora de Medicina de la Harvard Medical School (HMS), en un editorial publicado la semana pasada en The New England Journal of Medicine. En su opinión, "ha llegado el momento de que la comunidad médica reconozca este progreso y añada los cigarrillos electrónicos a las herramientas para dejar de fumar. Los médicos deben estar preparados para mantener un debate sobre los riesgos y beneficios de los cigarrillos electrónicos con sus pacientes fumadores y recomendar la prueba de estos productos en las situaciones adecuadas. Las agencias de salud pública y las sociedades médicas profesionales de EE. UU. deberían reconsiderar sus cautelosas posturas sobre los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar".
La investigadora hace referencia a los resultados de un artículo publicado en ese número del la revista que añade nuevos datos a la evidencia ya existente. Reto Auer, investigador del Instituto de Medicina Familiar de Berna (Suiza) y su equipo llevaron a cabo un amplio ensayo clínico aleatorizado, abierto, en varios centros, que probó la eficacia y la seguridad a corto plazo de proporcionar cigarrillos electrónicos, además de asesoramiento conductual estándar a adultos que pretendían dejar de fumar.
Los participantes en el ensayo tenían que fijar una fecha para dejar de fumar dentro de los tres meses posteriores a la inscripción en el ensayo; un ensayo en el que los criterios de inscripción fueron amplios, lo que refuerza la generalizabilidad de los hallazgos.
La mitad de los 1.246 participantes recibieron de manera aleatoria un kit gratuito de cigarrillos electrónicos recargables (a diferencia de los dispositivos desechables que ahora dominan el mercado estadounidense) y seis meses de líquido electrónico gratuito en las concentraciones y sabores de nicotina que eligieran.
Tanto los participantes del grupo de intervención, como los del grupo de control, recibieron asesoramiento estándar para dejar de fumar. Consistía en asesoramiento impartido por enfermeras (incluida terapia opcional de sustitución con nicotina) en una visita a la consulta, seguida de cinco llamadas telefónicas.
Los resultados, evaluados a los seis meses, incluyeron medidas de eficacia (uso de cigarrillos de tabaco combustible, cigarrillos electrónicos y terapia de sustitución de nicotina), seguridad (acontecimientos adversos) y salud (síntomas respiratorios). El porcentaje de participantes con abstinencia continua y bioquímicamente verificada de fumar a los 6 meses (resultado primario) fue del 28,9% en el grupo de intervención y del 16,3% en el grupo de control (riesgo relativo, 1,77; intervalo de confianza [IC] del
95%, 1,43 a 2,20).
El trabajo demostró que añadir cigarrillos electrónicos al asesoramiento estándar mejoraba las tasas de abandono del tabaquismo sin empeorar los riesgos para la salud después de seis meses. Estos resultados son coherentes con los de la actualización de 2024 de la revisión sistemática Cochrane de cigarrillos electrónicos para dejar de fumar. Sus metaanálisis de ensayos aleatorizados mostraron que los cigarrillos electrónicos eran más eficaces que la terapia de sustitución de nicotina o el asesoramiento conductual y causaban un daño mínimo a corto plazo.
Los acontecimientos adversos graves fueron escasos y similares en los dos grupos, y el grupo de intervención notificó menos síntomas respiratorios que el grupo de control a los seis meses. El grupo de intervención informó de una mayor abstinencia del consumo de tabaco, pero una menor abstinencia del consumo de nicotina que el grupo de control a los seis meses porque la mayoría de los participantes del grupo de intervención que dejaron de fumar cigarrillos de tabaco siguieron utilizando cigarrillos electrónicos.
El porcentaje de participantes que dejaron de fumar fue una variable al final del tratamiento, ya que los cigarrillos electrónicos se proporcionaron gratuitamente durante seis meses. El ensayo no puede evaluar cuánto durará el consumo de cigarrillos electrónicos una vez finalizado su suministro, ni si persistirá la eficacia marginal de los cigarrillos electrónicos sobre la atención estándar. Los autores tienen previsto realizar un seguimiento de los participantes durante 5 años y están en condiciones de abordar estas cuestiones en futuros trabajos.
"Se necesitan ensayos para comparar los cigarrillos electrónicos con la vareniclina y para evaluar el valor marginal de añadir cigarrillos electrónicos a los medicamentos para dejar de fumar comercializados actualmente", señalaron los investigadores.