Portland
Brittany Maynard anula su suicidio asistido previsto para este sábado
Esta californiana de 29 años tiene un tumor cerebral en estadio 4 y se ha convertido en la imagen de los defensores de la muerte digna en EE UU.
Brittany Maynard, de 29 años de edad, hizo público vídeo el pasado 6 de octubre en el que afirmaba que tenía un cáncer terminal y que el 1 de noviembre se sometería a un suicidio asistido. El vídeo supera ya los nueve millones de visitas. A Maynard le diagnosticaron un tumor cerebral en estado 4 el pasado mes de abril. Desde ese momento comenzó a planificar su muerte. Para ello, se tuvo que trasladar de California a Oregón, estado en el que son legales los medicamentos para la eutanasia. Ella sólo quería hacer una serie de cosas antes de morir. Entre ellas, celebrar el cumpleaños de su marido, algo que podrá hacer hoy. Otro de los deseos cumplidos fue visitar con su familia el Cañón del Colorado, algo que se produjo hace tres días.
Sin embargo, algo ha cambiado durante los últimos días y Brittany ha cambiado de opinión. Ha elegido seguir viviendo. "Todavía me siento lo suficientemente bien, estoy contenta y todavía puedo reír y divertirme con mi familia y mis amigos. NO me parece el momento adecuado para morir"", dice Maynard con los ojos llorosos en un nuevo vídeo publicado ayer en su página web
"ese momento va a llegar porque siento que cada vez estoy más enferma. Lo noto cada semana", añade.
Desde el primer diagnóstico, Maynard ha tratado de disfrutar de cada día de vida que le queda. Antes quería tener hijos, pero su único proyecto era poder llegar en buen estado al cumpleaños de su marido, algo que ha cumplido. También ha cumplido el sueño de ver el Gran Cañón. Antes de meterse en su dormitorio, rodeada de sus familiares, y quitarse la vida bajo supervisión médica, debe afrontar nuevos retos.
Maynard ha participado en una campaña para promover este tipo de leyes en todos los estados, y el vídeo en el que explica su decisión ha despertado el debate de costa a costa.
En la web de la organización Compassion&Choices, la más importante de EE UU en la defensa del derecho a una muerte digna, recibe a los visitantes con formulario para enviar su apoyo a Maynard y decirle si le ha conmovido su historia. “No inicié esta campaña porque quisiera publicidad; de hecho, para mí es difícil de procesar. Lo hice porque quiero un mundo donde todos tengan acceso a una muerte digna, como yo. Mi viaje es más fácil gracias a esta decisión”.
En el vídeo de la campaña, Maynard muestra los medicamentos con los que piensa acabar con su vida. Los lleva en el bolso "para cuando los necesite". Y relata con aplomo cómo ha planificado el momento de su muerte. "Espero estar rodeada por mi familia: mi marido, mi madre, mi padrastro y mi mejor amiga, que es médico. Moriré en casa, en la cama que comparto con mi marido y me marcharé en paz, con la música que me gusta sonando de fondo".
Compassion&Choices y Brittany Maynard están intentando que el caso sirva de punta de lanza para extender por EE UU leyes de muerte digna que, por ahora, sólo existen en Oregón, Washington, Montana, Nuevo México y Vermont. La familia de Maynard ha hecho un importante esfuerzo para poder cumplir su deseo, como explica ella en un artículo en CNN. "Instalarme en Oregón para poder hacer uso de la ley exigió cambios monumentales. Tuve que encontrar nuevos médicos, establecer mi residencia en Portland, buscar una casa, sacarme un carnet de conducir nuevo, buscar quién se hiciera cargo de mis mascotas, y mi marido Dan tuvo que cogerse una excedencia en el trabajo. La gran mayoría de las familias no tienen la flexibilidad, los recursos y el tiempo para hacer estos cambios".
En Oregón el año pasado 122 personas recibieron los medicamentos para acabar con su vida dentro de la ley de suicidio asistido y 71 de ellas los utilizaron, según datos oficiales. El 97% de ellos murieron en su casa. Las cifras se han multiplicado por cinco desde que la ley se puso en marcha en 1997. Las tres causas más citadas para pedir los medicamentos de muerte digna, según su definición oficial, son pérdida de autonomía; pérdida de capacidad para participar en actividades que permiten disfrutar de la vida; y pérdida de dignidad. En el vecino estado de Washington (noroeste), el año pasado murieron 173 personas legalmente asistidas por médicos. El 77% de ellas tenían cáncer, según los datos oficiales.
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