Últimos preparativos
Un funeral propio de un Papa en activo (con matices)
La Santa Sede despedirá mañana con todos los honores a Joseph Ratzinger en una ceremonia en la plaza de San Pedro que podría durar hasta tres horas
El rito «Ordo exequiarum Romani Pontificis» manda. Bajo esta expresión en latín se esconde todo el engranaje litúrgico para los funerales de los pontífices. Así lo recogía la «Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis» aprobada por Juan Pablo II en 1996 y así se aplicará con algunos matices mañana 5 de enero de 2023 en el último adiós a Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro, a pesar de haber fallecido como Papa emérito.
Lo desvelaba ayer la Santa Sede poniendo así fin a la incógnita generada ante una circunstancia inédita en la historia del catolicismo: el entierro de un Santo Padre jubilado en una celebración que será presidida por primera vez por su sucesor en la Sede de Pedro. «A grandes rasgos, el rito respeta lo que se sigue en un funeral de un Sumo Pontífice, es un calco», sostiene el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, tras dar a conocer el libreto de la eucaristía que ha elaborado minuciosamente la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas Pontificias para no dejar una sola palabra y un solo gesto a la improvisación. En este sentido, quien está detrás de este particular engranaje es el maestro papal de ceremonias y responsable de la Capilla Musical Pontificia, Diego Ravelli. Francisco fichó a este sacerdote italiano de 51 años hace poco más de un año.
En principio, tal y como relató Bruni a los comunicadores, «la base es la misma». Sin embargo, apostilló que «hay algunos elementos que dan originalidad al rito» y «otros elementos que faltan referidos a los más específicos de un Papa reinante». Entre estos detalles, por ejemplo, se han eliminado las plegarias finales referentes a la Iglesia de Roma y las Iglesias orientales, específicas de un Papa activo en el ejercicio de su cargo. También se elegirán otras lecturas diferentes a las de la misa por Juan Pablo II. En este caso, se entonará un pasaje del profeta Isaías que habla de cómo Dios va moldeando la vida de los creyentes como barro en manos del alfarero. También se leerá parte de la Primera Carta de San Pedro que reafirma la esperanza de la Resurrección. De la misma manera tampoco se proclamará el mismo Evangelio que en el funeral de Wojtyla. Ante el cuerpo sin vida de Benedicto XVI se escuchará el pasaje de San Lucas en el que se relata la expiración de Jesús y su promesa del paraíso al buen ladrón. Tan solo se mantiene en común el rezo del popular salmo responsorial «El Señor es mi pastor, nada me falta».
Sin poder calibrar los miles de fieles que puedan llenar la plaza, sí se espera que participen alrededor de 125 cardenales y más de 400 obispos. De la misma manera, será Francisco quien presida la eucaristía, si bien sus problemas de rodillas le impedirán oficiar toda la celebración. El elegido es el cardenal Giovanni Battista Re, actual decano del Colegio Cardenalicio, esto es, el elegido por el resto de los purpurados para anunciar al mundo la muerte del Papa, convocar el cónclave –que preside si es menor de 80 años– o celebrar la misa «Pro Eligendo Pontifice».
El féretro del pontífice emérito saldrá de la basílica de San Pedro este jueves poco antes de las nueve de la mañana, unos 40 minutos antes del inicio del funeral, mientras se invitará a los presentes a que recen el rosario. También se ha confirmado que el pontífice fallecido reposará en un triple féretro como sus predecesores: primero en uno de ciprés forrado con terciopelo carmesí, introducido en otro de zinc sellado y que, a su vez, acabará dentro de un tercero en madera de olmo. Junto al cuerpo de Ratzinger, se meterán las medallas y monedas acuñadas durante su pontificado, entre 2005 y 2013, así como los distintos palios que tuvo como arzobispo y papa, la estola de lana blanca que se lleva sobre los hombros en señal de jurisdicción. Además, se añadirá un cilindro de metal, conocido como «Rogito», un breve texto en latín con los actos más destacables del periodo de Benedicto XVI. Aunque en el funeral de Juan Pablo II se leyó públicamente, de momento es una incógnita si en esta ocasión se relatará, en tanto que no aparece en el libreto. Antes de cerrar el ataúd, su rostro podría ser cubierto con un velo de seda blanca, como con Wojtyla.
Al concluir la eucaristía, que podría durar hasta tres horas, se impartirán las bendiciones «Ultima Commendatio» y «Valedictio», y se procederá a la posterior sepultura en las grutas vaticanas. Por expreso deseo de Benedicto XVI, será enterrado en la tumba que perteneció a Juan Pablo II.
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