Secuelas
La sencilla terapia que mejora los síntomas frecuentes de la covid persistente
Un tratamiento no invasivo se perfila como una solución a esta enfermedad que afecta al 10% de los contagiados
El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad covid-19, ha provocado hasta la fecha más de 415 millones de casos en el mundo y más de 5,8 millones de muertos, según el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.
Se estima que un 10% de los contagiados ha sufrido covid persistente, es decir, cuando los síntomas relacionados con la enfermedad se han prolongado semanas, o meses, después de haber superado la infección, o cuando estos síntomas aparecen tras un tiempo sin ellos.
La covid de larga duración no está relacionada con la gravedad de la infección inicial, por lo que puede afectar tanto a pacientes leves como a hospitalizados. Normalmente, las personas que sufren esta patología no tienen antecedentes de patologías previas.
Puede afectar a cualquier persona sin importar la edad, sexo y condición. Aproximadamente el 50% de los pacientes se encuentran entre los 36 y los 50 años y la mayoría son mujeres. También se han descrito casos en menores, aunque en este colectivo la gravedad suele ser menor.
Las razones que pueden llevar a la covid de larga duración se centran en tres hipótesis: la persistencia viral, que provoca una infección latente o crónica; la inflamatoria, generada por la permanencia de restos del virus que fomentan la inflamación; y la del trastorno de la inmunidad, en el que el sistema inmune reacciona de forma exagerada, provocando un problema de autoinmunidad.
Son múltiples los síntomas relacionados con la covid persistente, pero los más frecuentes son la fatiga, las dificultades respiratorias y las molestias en el pecho, que pueden fluctuar o persistir en el tiempo, empeorar con el esfuerzo físico y mental y provocar una limitación de la capacidad funcional.
Científicos de todo el mundo trabajan para recopilar información al respecto, con el objetivo de averiguar los motivos que producen este problema y buscar soluciones para las secuelas derivadas por la infección.
Uno de los tratamientos aplicados a los pacientes que sufren esta patología es la terapia de contrapulsación externa mejorada (TCEM). Se trata de un técnica no invasiva que ha demostrado mejorar la perfusión cardíaca y cerebral de los enfermos. Así lo haconfirmado un estudio presentado recientemente en la conferencia virtual Cardiovascular Summit del American College of Cardiology.
¿En qué consiste esta terapia?
Los investigadores probaron la terapia de contrapulsación externa mejorada en 50 pacientes con covid persistente. Entre ellos, había 30 sin antecedentes de enfermedad arterial coronaria, mientras que el resto tenía problemas en las coronarias. Todos los pacientes fueron evaluados mediante diferentes cuestionarios para evaluar sus capacidades cardiacas y respiratorias.
El tratamiento se administra de forma ambulatoria. Los pacientes se tumban en una mesa de tratamiento y se les coloca tres juegos de manguitos neumáticos en las pantorrillas, los muslos y la zona inferior de la cadera. Se utiliza un electrocardiograma de 3 derivaciones como mecanismo para que los manguitos se inflen secuencialmente, desde las pantorrillas hasta las caderas, durante la fase de reposo del corazón.
Al inicio de la fase de contracción del corazón, los manguitos se desinflan al mismo tiempo. Este inflado y desinflado prescrito impulsa la sangre rica en oxígeno por todo el músculo cardíaco y el resto del cuerpo. Los pacientes se sometieron a la terapia durante siete semanas en 35 sesiones de una hora.
“Los datos muestran que la Covid persistente es una enfermedad que afecta a la salud de los vasos, también conocida como función endotelial. La TCEM es una terapia no invasiva que ha demostrado previamente que mejora la función endotelial en ensayos clínicos controlados”, explica Sachin A. Shah, autor principal del estudio y director científico de Flow Therapy, un proveedor de TCEM en Estados Unidos.
El análisis encontró mejoras estadísticamente significativas en todas las herramientas de prueba validadas, de modo que el estado de salud de todos ellos mejoró: los niveles de fatiga y la dificultad respiratoria disminuyeron y la capacidad de caminar aumentó. Los investigadores también descubrieron que no había diferencias evidentes entre los pacientes que tenían antecedentes de enfermedad arterial coronaria y los que las tenían sanas.
“Varios de nuestros pacientes quedaron discapacitados hasta el punto de no poder trabajar. Sorprendentemente, tras someterse al tratamiento, todos ellos fueron capaces de volver a su trabajos. Estos pacientes también mostraron una mejora en la ‘niebla cerebral’, un síntoma común de la Covid persistente”, asegura Shah.