Entrevista

Mercedes Cuesta: «No concibo ejercer la Medicina sin empatía y un trato cercano»

En 2025 cumplirá 50 años de profesión y dos décadas al mando de la dirección médica de uno de los hospitales más prestigiosos del país

Dra. Mercedes Cuesta
Dra. Mercedes CuestaDAVID JARLA RAZÓN

La experiencia es un bien muy preciado que, en ocasiones, se aparta demasiado pronto. Pero en Medicina se trata de un valor añadido de incalculable valor, tal y como demuestra cada día la doctora Mercedes Cuesta, directora médica del Hospital Ruber Internacional, en Madrid, quien en 2025 cumplirá sus bodas de oro como profesional. A su vasto conocimiento se suman, además, una impagable dosis de empatía aderezada con la humildad, la sencillez y la proximidad de quien quiere cuidar de los demás. El fruto de todo ello es el de una fantástica profesional capaz de curar tanto el cuerpo como el alma de quien se sienta frente a ella.

¿Siempre soñó con dedicarse a la Medicina?

Mi padre era médico y yo crecí sintiendo esa vocación. Desde siempre me gustó y nunca pensé en ser otra cosa. La verdad es que creo que no podría haberme dedicado a otra profesión.

¿Cómo fueron sus primeros pasos en la sanidad?

Tras licenciarme en la Universidad Complutense en 1975 me quedé en el Hospital Clínico de Madrid haciendo la residencia en Medicina Interna y cuando ya estaba terminando esa etapa roté por intensivos. Me gustó tanto que volví a hacer la residencia para especializarme y acabé desempeñando la labor de adjunta en la Unidad de Cuidados Intensivos. Fueron años maravillosos, rodeada de un gran equipo del que aprendí muchísimo y que ahora son grandes amigos. En 1993 me ofrecieron entrar en el Hospital Ruber Internacional como jefa de la UVI y de Urgencias, donde la experiencia fue apasionante. Sigo pasándome por allí casi todos los días porque me encanta.

Y en 2005 le ofrecieron la dirección médica del hospital. ¿También se puede hacer una buena medicina desde el despacho?

Yo nunca he dejado de ver enfermos. De hecho, la única premisa que puse para aceptar el cargo fue la de poder seguir pasando consulta. Además es que creo que resulta enriquecedor, porque no pierdes el foco. Mi vocación es la de cuidar a los enfermos. Sigo viendo a pacientes que heredé de mi padre, porque él falleció con 62 años y en los últimos meses antes de morir me pidió que le ayudara en su consulta. Conozco hasta cinco generaciones de aquellas familias.

Ya veo que de casta le viene al galgo... ¿Entra en sus planes jubilarse?

No, la verdad es que no. No entiendo la jubilación y seguiré viendo pacientes hasta el día que aguante mi salud y esta institución me lo permita. Por suerte en mi casa lo han entendido muy bien, tanto mi marido como mis tres hijos. Ahora tengo seis nietos y procuro dedicarme a ellos al menos un día entero a la semana.

Dra. Mercedes Cuesta
Dra. Mercedes CuestaDAVID JARLA RAZÓN

Entiendo que la conciliación no fue fácil en sus inicios, más aún en una profesión de hombres...

No resultó sencillo y evidentemente no estuve con mis hijos todo lo que me habría gustado. Por fortuna su padre ejerció fantásticamente bien y ahora que son mayores han sabido entenderme. Sin ese apoyo familiar habría sido imposible.

¿Cuál es el secreto del éxito de una buena directora médica?

Creo que no hay que pensar que se tiene éxito. Resulta más adecuado ser exigente para hacer las cosas lo mejor posible cada día. Mi forma de dirigir nunca ha sido la imposición ni generar miedo. Todo lo contrario. Me gusta mucho más el compromiso, la confianza en los demás y fomentar el respeto entre los profesionales, para que todos puedan hacer su camino sin pisar el del compañero. Nos esforzamos por crear un buen ambiente basado en la motivación, desde el conserje hasta el gerente. Y creo que lo conseguimos, ya que nadie se quiere marchar de aquí. No me parecería lógico imponer mi criterio cuando tengo claro que lo más inteligente es practicar la simbiosis. Y he tenido la suerte de contar con un gran equipo.

Es uno de los hospitales más prestigiosos del país, con pacientes ilustres como miembros de la Casa Real, deportistas o gente del mundo de la cultura y la economía. ¿Pesa la presión mediática?

El prestigio nos lo aportan los fantásticos médicos, pero también todo el personal que se desvive por cada paciente, ya sea conocido o no, siempre siendo muy respetuosos con la intimidad. Esa fama solo nos sirve para seguir dando lo mejor de nosotros mismos. Vivir de las rentas sería un grave error.

La competencia en la sanidad privada nada tiene que ver a la que había hace 40 años, cuando abrió el hospital. ¿Cómo se han adaptado al nuevo escenario?

Ahora el hospital pertenece a un gran grupo, como es Quirónsalud, y eso tiene muchos beneficios, pero en la práctica clínica no ha cambiado nada. Nos han dejado hacer y eso es muy, muy bueno.

El año que viene cumplirá las bodas de oro como médico, ¿no le flaquean las fuerzas?

¡Para nada! Tengo la misma ilusión que el primer día, y eso es imprescindible para seguir al pie del cañón. Me parece un reto ponerme delante de una persona, hacer un diagnóstico adecuado y plantear un tratamiento global, no solo desde un punto de vista farmacológico, sino también humano. Creo honradamente que el pronóstico de una persona mejora mucho cuando se maneja de forma integral, en lo físico y en lo psicológico.

¿La empatía es su gran virtud?

Se trata de un factor indispensable. Yo no concibo la Medicina de otra forma. Para mí resulta primordial el trato cercano y personalizado con cada enfermo. Reconozco que cuando te implicas mucho con los pacientes te llevas grandes alegrías, pero también sufres mucho si el final no es el deseado. Lo que más me afecta a mí es el retraso en un diagnóstico o un tratamiento inadecuado, pero con los años he aprendido a que los enfermos te afecten lo suficiente como para que te importen, pero que no sean determinantes en tu estado anímico, ya que eso te impediría seguir ayudando a otros.

¿Qué papel juega esa humanización en el hospital?

Es una premisa básica, porque el paciente se siente menos enfermo cuando le tratas su patología con naturalidad. Esto para mí es clave, ya que mejora los resultados, entendiendo las características de cada persona, su entorno, sus circunstancias, su preocupaciones... La humanización entendida como la empatía y la cercanía, es decir, el trato del médico al paciente de igual a igual, con respeto, afecto y proximidad, resulta fundamental. Por supuesto, esa humanización no puede sustituir a una buena formación y un buen trabajo científico que avale al profesional, pero siempre debe estar presente.

¿Cómo ha cambiado la medicina en estos 50 años?

La tecnología ha supuesto una revolución con mejoras exponenciales. Cuando empecé no había escáner, ni resonancias, ni bomba de cobalto... Todo eso se traduce en diagnósticos más certeros y, por tanto, en abordajes más adecuados, con menos posibilidades de equivocarse. Creo que la Inteligencia Artificial va a cambiar radicalmente la asistencia sanitaria y debemos aprender a sacarle el máximo partido, sin pensar que es una competencia para el médico, sino una gran ayuda.

Dra. Mercedes Cuesta
Dra. Mercedes CuestaDAVID JARLA RAZÓN

¿Qué lugar ocupa la investigación en este engranaje?

Hay grupos de investigación importantísimos que tienen una gran actividad y el hospital potencia enormemente este desarrollo, porque mejoran la calidad asistencial. Creo que los nuevos avances en Neurología, Genética e Inmunología van a cambiar la forma de hacer Medicina y su dinámica.

¿Cómo vislumbra esa Medicina del futuro?

El reto pasa por implantar cada vez más la hospitalización a domicilio con un apoyo tecnológico, con el objetivo de mantener al paciente en su casa el mayor tiempo posible. Eso mejora la calidad de vida y también ayuda a abaratar un poquito los costes.

¿La Covid-19 ha sido lo más duro a lo que se ha enfrentado?

En mis inicios viví la crisis de la intoxicación por aceite de colza y el comienzo del sida, pero la pandemia tuvo un impacto sin parangón. Fue una época interesante y fructífera en lo profesional, porque dimos lo mejor de nosotros, pero muy triste en lo personal. Creo que nos ha hecho a todos ser mejores personas, valorando más el afecto y la cercanía de la que hablábamos antes.

Cercanía que seguirá poniendo en práctica muchos años más...

¡Esa es mi intención! Dejaré de ver pacientes cuando yo enferme o cuando ellos ya me dejen a mí. Mientras tanto, entiendo que los jóvenes llegan con muy buenas ideas y muchas ganas. Lo respeto y lo agradezco. Pero eso se complementa con la experiencia. Es un tándem perfecto.