Opinión
Jerga médica y periodismo científico
Hay que mejorar la comunicación comprensible y efectiva entre los profesionales sanitarios y los pacientes, y entre la ciencia y la población
Antes de desarrollar este artículo, nos gustaría convenir con todos ustedes que, para nosotros, la lengua (la expresión) es un instrumento fundamental de comunicación con un carácter incluyente y nunca excluyente. Y todo esto toma más valor en el lenguaje médico, no para médicos (la mayoría), lo que se denomina clásicamente «jerga médica» y en la transmisión de la ciencia, no para científicos, a través del periodismo científico.
Entendemos por jerga médica, que generalmente separa y distancia, a una variedad lingüística en la que se utiliza un lenguaje más especializado en un área concreta que lo que suele utilizar en lenguaje estándar más clásico.
Mayoritariamente, la jerga médica es el lenguaje que utilizamos los sanitarios entre nosotros, que también se refleja en los expedientes escritos y que, equivocadamente, lo llegamos a utilizar, incluso, con los propios pacientes.
En este sentido, creemos importante distinguir entre tres tipos de jerga: la jerga de oficio, es decir, la empleada entre los profesionales (basada en abreviaturas o vocabulario más específico); la jerga eufemística, usada entre profesionales, pero también con los pacientes y con los familiares (suelen ser términos de gran informalidad), y la denominada jerga formal donde se trata de puro tecnicismo, ya que son términos médicos.
Los profesionales sanitarios hemos desarrollado una propia jerga de modo natural, que hoy en día, solo se puede justificar para «hacerlo entre nosotros».
La información al paciente y a la familia (cuando nos autorizan), es un derecho y además resulta imprescindible para la participación del paciente en su proceso curativo. Por ello, resulta necesario insistir en que no hay que emplear la jerga médica como un instrumento excluyente.
Otro punto importante a tener en cuenta es el obligado periodismo científico que, por cierto, publicamos un libro sobre ello en el año 2005 cuyo título es «Periodismo Científico en la Prensa. Aspectos de Biomedicina» (colección canaria-comunicación. Primera edición 2005) que es de imprescindible desarrollo, ya que no existe una buena sanidad sin los medios de comunicación. No es para menos, pues son necesarios para buscar la esencial «complicidad» de los ciudadanos (pacientes-enfermos). Fue producto de nuestra tesis doctoral en Ciencias de la Información.
Para comprender el periodismo científico habrá que remontarse a los comienzos del siglo XIX cuando de verdad se hermanan la ciencia, la literatura y la divulgación científica.
Hoy vivimos (y eso resulta muy bueno), muy alejados del oscurantismo y el paternalismo de los médicos (sanitarios). Actualmente se exige a todos los pacientes que decidan sobre sus enfermedades y que firmen siempre como condición previa cualquier tipo de intervención médico-quirúrgica el consentimiento informado.
Un grado de cultura médica resulta imprescindible (creemos que debe ser obligado introducir una asignatura sobre la salud en las escuelas), para la población general, para que los ciudadanos prevengan enfermedades y los pacientes reconozcan sus dolencias, tomen decisiones y participen en el proceso curativo.
La ciencia que no se entiende (la medicina), ni es ciencia ni es nada, y lo cierto es que esto sigue ocurriendo con demasiada frecuencia como consecuencia de utilizar vocabulario inadecuado, jergas y terminología no correcta.
En definitiva, no a la jerga médica como relación con el paciente y sí al periodismo científico como instrumento imprescindible para el conocimiento de conceptos científicos una vez desprovisto de tecnicismos. Y sí a la mejora de la comunicación comprensible y efectiva entre profesionales y pacientes, entre profesionales y profesionales y entre la ciencia y la población mayoritariamente no científica.
El desarrollo de empresas periodísticas y profesionales que se formen sobre la ciencia y que entiendan los conceptos sanitarios para saber transmitirlos es clave.
La ciencia y las sociedades científicas tienen la obligación de estar en las redes sociales para luchar contra la pseudociencia que tanto daño hace y que no aporta ningún beneficio.