Investigación
Los fetos reclaman los nutrientes del cuerpo de la madre de un modo "egoísta" y "avaricioso"
Aunque se considera el embarazo un proceso cooperativo, la genética heredada del padre tiende a favorecer el crecimiento fetal sin control, por encima incluso de las necesidades de supervivencia de la madre
La genética masculina y la femenina dejan improntas muy distintas en la formación de los fetos. Aunque se sabe que, por lo general, el embarazo es un proceso cooperativo entre la madre y el futuro bebé con el objetivo de lograr el equilibrio y la supervivencia de ambos, nuevas evidencias prueban que la demanda de nutrientes por parte del feto se produce de un modo "avaricioso" y "egoísta", detrás del cual están los genes que ha heredado del padre.
Así lo muestran los resultados de un estudio de la Universidad de Cambridge, publicado en la revista 'Cell Metabolism', que ha examinado cómo la placenta se comunica con la madre a través de la liberación de hormonas para que ésta se adapte al crecimiento de su bebé. "Los fetos utilizan una copia de un gen heredado de su padre para obligar a su madre a liberar la mayor cantidad posible de nutrientes durante el embarazo. De este modo, el feto "teledirige" el metabolismo de su madre, de modo que ambos se enfrentan en un tira y afloja nutricional. El cuerpo de la madre quiere que el bebé sobreviva, pero necesita que circulen por su organismo suficiente glucosa y grasas por su propia salud, para poder dar a luz, amamantar y reproducirse de nuevo", señalan los científicos, según informa Ep.
Para realizar la investigación, los científicos usaron ratones preñados, en los que alteraron selectivamente las células de señalización de la placenta que indican a la madre que asigne nutrientes a su feto en desarrollo. Lo hicieron suprimiendo la expresión de un importante gen impreso llamado Igf2, que proporciona instrucciones para fabricar una proteína llamada "factor de crecimiento similar a la insulina 2". Este gen promueve el crecimiento fetal y desempeña un papel clave en el desarrollo de tejidos fetales como la placenta, el hígado y el cerebro.
"Hasta ahora no sabíamos que parte de la función del gen Igf2 es regular la señalización a la madre para que asigne nutrientes al feto", explica apunta Amanda Sferruzzi-Perri, catedrática de Fisiología Fetal y Placentaria, miembro del St John's College y coautora principal del trabajo.
De hecho, los bebés con defectos en el gen Igf2 pueden crecer demasiado o sufrir un retraso del crecimiento. Los ratones estudiados eran más pequeños al nacer y sus crías mostraban signos precoces de diabetes y obesidad en etapas posteriores de la vida.
Así, descubrieron que los genes controlados por el padre "son 'avariciosos' y 'egoístas' y tenderán a manipular los recursos maternos en beneficio de los fetos, para que crezcan grandes y más aptos", señala Miguel Constancia, Investigador del MRC en el Instituto de Ciencias Metabólicas Wellcome-MRC y coautor principal del trabajo.
Los de la madre, por su parte, tienden a limitar el crecimiento fetal. "Se cree que los genes de la madre que limitan el crecimiento fetal son la forma que tiene la madre de asegurar su supervivencia, para no tener un bebé que tome todos los nutrientes y sea demasiado grande y difícil de dar a luz" apunta Sferruzzi-Perri. "La madre también tiene la posibilidad de tener embarazos posteriores, potencialmente con distintos varones en el futuro, para transmitir sus genes de forma más amplia", añade.
Se trata de la primera prueba directa de que la placenta es un sistema de apoyo al feto y de que un gen heredado del padre envía señales a la madre para que desvíe nutrientes al feto. Para los investigadores, el siguiente paso es comprender cómo controla el gen Igf2 las hormonas placentarias, y qué hacen esas hormonas y así poder descubrir nuevas estrategias dirigidas a la placenta para mejorar la salud de madres y bebés.
Durante el embarazo, los posibles problemas de placenta incluyen desprendimiento placentario, placenta previa y placenta adherida. Una vez que nace el bebé, la placenta suele expulsarse a los pocos minutos pero, en algunos casos, la mujer la retiene y esto puede crear complicacines- aunque menos graves que las previas al parto-.