Pediatría
¿Está mi hijo genéticamente predispuesto a dormir mal?
Uno de cada tres menores de cinco años duerme mal por la noche y tiene dificultades para conciliar el sueño. ¿Por qué?
Hay una pregunta que puede rondar por la cabeza de algunas madres y padres: ¿Por qué mi hijo no duerme? Llega la hora de acostarse y, aunque parezcan muy cansados, nuestros hijos no consiguen dormir. Nuestro bebé no para de llorar o nuestro pequeño en edad escolar no logra cerrar los ojos. Que un niño no duerma es algo que puede sorprender e incluso preocupar, aunque es más común de lo que se piensa.
Lo cierto es que uno de cada tres menores de cinco años duerme mal por la noche y tiene dificultades para conciliar el sueño durante el día, según un Estudio Epidemiológico de los Trastornos del Sueño en Niños y Adolescentes, realizado por varias universidades españolas. Pero, ¿por qué duermen mal nuestros hijos, puede deberse a un factor genético? ¿Han nacido predispuestos al insomnio?
Hasta ahora, esta hipótesis no se había estudiado con una muestra representativa de niños. Pero un nuevo estudio publicado en la revista Journal of Child Psychology and Psychiatry ha descubierto que es probable que las variantes genéticas afecten a la cantidad y la calidad del sueño de los niños.
¿Por qué mi hijo no duerme? ¿Cuándo preocuparse?
Según los expertos, hasta los 6 meses de vida no se puede hablar de problemas con el sueño, porque el centro que regula el sueño aún no se ha desarrollado. Hasta que no cumplen 1 año, los bebés todavía tienen células que emiten órdenes contradictorias: dormir, llorar, activarse, etc.
Es a partir del año cuando los bebés deben dormir más de dos siestas, y estas deberían durar entre 20 minutos y una hora, aunque no importa que superen este tiempo ya que es el propio cuerpo del bebé quien regula su sueño. Hasta los 3 años, habrá una única siesta que debería durar entre 1 y 3 horas. Desde entonces hasta los 5 años, habrá una siesta de 20 minutos. A partir de esa edad se pueden dejar de tomar siestas.
Sin embargo, parece que algunos niños o hijos no duermen lo que deberían, por mucho que lo intenten sus padres. Estudios anteriores en gemelos muestran una heredabilidad moderada de los rasgos del sueño: un 40% para los síntomas de insomnio y 46% para la duración del sueño. Te puede interesar: Harvard desvela la temperatura ideal para dormir bien cuando tienes más de 60 años
Los estudios de asociación del genoma completo han identificado variantes genéticas implicadas en el insomnio y la duración del sueño en adultos, pero hasta ahora se desconocía si estas variantes afectan al sueño durante el desarrollo temprano. La nueva investigación incluyó 2.458 niños de ascendencia europea (51% niñas). Se informó de sus signos de insomnio a la edad de 1,5, 3 y 6 años. A los 10-15 años los científicos les volvieron a evaluar.
Descubrieron que sí que existían niños con predisposición genética al insomnio (basada en una puntuación de riesgo poligénico desarrollada para adultos) y que tenían más problemas de sueño similares al insomnio en adultos. Entre ellos: despertares frecuentes o dificultad para iniciar el sueño, según informaron sus madres. Por el contrario, los que tenían predisposición genética a un sueño más prolongado tenían una mayor duración del sueño, aunque también estaban más despiertos durante la noche en la adolescencia.
"Nuestro estudio demuestra que la susceptibilidad genética a dormir mal se traslada de los adultos a los niños. Este hallazgo subraya la importancia del reconocimiento precoz y la prevención", destaca la autora, Desana Kocevska, del Instituto Holandés de Neurociencia y del Centro Médico Universitario Erasmus MC de Rotterdam.
Por último, los autores señalaron que, al demostrar que los genes que predisponen a los adultos al insomnio también desempeñan un papel en la falta de sueño desde la infancia hasta la adolescencia, aportan pruebas indirectas de la existencia de un rasgo de "mal sueño" a lo largo de la vida.