Neumología
Consejos para protegerse frente a la neumonía
Los mayores y los pacientes crónicos tienen más riesgo de complicaciones
Infravalorar una enfermedad es uno de los errores más graves que puede cometerse en pleno siglo XXI. Pero resulta habitual. Es lo que ocurre, por ejemplo, con la neumonía, que cada 12 de noviembre conmemora su Día Mundial convertida en «la mayor causa de muerte de adultos y niños por razones infecciosas en el mundo, también en España», según advierte Ángel Gil de Miguel, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos y miembro del grupo Neumoexpertos en Prevención.
Los datos resultan contundentes, ya que, tal y como confirma la última estadística de defunciones según la causa de muerte, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y publicada el pasado mes de junio, «entre las enfermedades más frecuentes, las que más aumentaron son las que pertenecen al grupo de las respiratorias. Así, las muertes por neumonía aumentaron un 17,1% y las enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores un 2,6%».
De esta manera, la incidencia de la neumonía en España, según distintos estudios, se estima entre dos y diez casos por 1.000 habitantes y año. Y no hay que olvidar que en los países europeos la proporción de hospitalizaciones por presentar criterios de gravedad oscila entre el 20% y 40%. Números más que contundentes para tomarse muy en serio esta patología.
Para entender la importancia de esta enfermedad resulta oportuno recordar que «la neumonía es una infección de las vías respiratorias bajas que puede estar causada por bacterias como el neumococo, virus como el de la gripe, el SARS-CoV-2 causante de la Covid-19, el virus respiratorio sincitial (VRS) o el rinovirus, así como por hongos», explica la doctora Isabel Jimeno, directora del centro de salud madrileño Isla de Oza, responsable del Grupo de Vacunas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y también miembro del grupo Neumoexpertos en Prevención.
Los más vulnerables
La neumonía no es una enfermedad que afecte solo a unos pocos, ya que, tal y como advierte la doctora Jimeno, «todos estamos expuestos a sufrir una infección de las vías respiratorias bajas que puede agravarse. Nos encontrarnos mayoritariamente a personas mayores por encima de los 60 años, pero también se da en niños pequeños y en adultos sanos». Sin embargo, hay algunos factores que otorgan muchas más papeletas para decantar la balanza de la gravedad. «Por un lado, la edad es el criterio más determinante, ya que el paso de los años suele estar vinculado a la presencia de otras enfermedades crónicas asociadas», reconoce Gil de Miguel. Sin olvidar que, «cuanto más mayores, el sistema inmune es más débil, lo que incrementa el riesgo de infección», añade la doctora Jimeno.
A esos mayores se suman «todas aquellas personas, sin importar su edad, con patologías de base, como enfermedades cardiacas, pulmonares, renales, hepáticas, diabetes, trasplantados o inmunodeficiencias, así como el tabaquismo o el alcoholismo», detalla Gil de Miguel, quien hace hincapié en que «algunas cuestiones del estilo de vida juegan en contra, como la malnutrición o la ingesta de algunos fármacos, de ahí que sea importante mantener un estilo de vida saludable y seguir las recomendaciones de los profesionales sanitarios».
No es para menos, ya que la neumonía puede ser grave y provocar la hospitalización de un elevado porcentaje de pacientes (en 2021 provocó el ingreso de 61.000 personas en España, según datos del Ministerio de Sanidad). «Esas hospitalizaciones pueden aparecer por la complicación respiratoria, pero también por la desestabilización de las patologías de base que afectan al paciente. Todo ello perjudica a la calidad de vida de los afectados, ya que, aunque se curen de esa neumonía, les costará recuperar el control de otras enfermedades crónicas y estarán más débiles, lo que se traduce en un mayor índice de mortalidad», reconoce la doctora Jimeno.
¿Cómo se contagia y qué síntomas da?
La neumonía se transmite de persona a persona mediante contacto directo con secreciones respiratorias como mocos y saliva. Y es importante diferenciarla de otras infecciones respiratorias. «Puede provocar dolor torácico, molestia muscular, dificultad para respirar, cansancio, fiebre alta y tos productiva, que suele incluir mucosidad verde», detalla Gil de Miguel. Por ello, «no hay que dejar pasar la tos que vemos que no mejora en unos días y hay que acudir al médico de familia, pues la identificación precoz y el tratamiento adecuado salvan vidas», asegura la doctora Jimeno.
Reportaje elaborado en colaboración con Pfizer
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