Opinión

Un colegio de médicos a salvo de los intereses espurios

Resulta fundamental que, gane quien gane, la corporación quede blindada

Fachada del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid
Fachada del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madridlarazon

Por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a romper una regla no escrita que me había trazado en este peculiar oficio del periodismo sanitario: la de no escribir más sobre el Colegio de Médicos de Madrid. Durante años fui testigo y denunciante del mercadeo existente en torno a esta corporación y de las presiones empresariales que sufrían los sucesivos presidentes y algunos miembros de sus juntas.

A la admirable Sonia López Arribas, psiquiatra militar, una auténtica mafia le hizo la vida imposible. Al médico general Miguel Ángel Sánchez Chillón también se la intentaron hacer y, por lo que se ve, el cardiólogo Manuel Martínez Sellés ha sufrido durante su mandato embestidas parecidas, todas con la misma firma: la de los que quieren esquilmar las arcas del colegio y de sus colegiados.

El deseo de impedir que vuelva a suceder algo así ha pesado más que el hartazgo de denunciar estérilmente tales situaciones y me lleva a regresar por breve tiempo al ruedo colegial. Resulta fundamental que, gane quien gane, la corporación quede blindada de intereses espurios. He de decir que los tres candidatos en liza gozan de mi agradecimiento por haber considerado LA RAZÓN como el escenario ideal para poder exponer sus ideas. En principio, el propio Sellés, Tomás Merina y Esther Rubio parecen capacitados para salvaguardar la independencia colegial frente a estos movimientos oscuros causantes de la mala imagen histórica que arrastra el colegio. He de reconocer, no obstante, que Sellés cuenta con mis máximas simpatías porque sé de buena tinta que es considerado el enemigo público número uno por los que persiguen tan ruines intereses. Ya ha dado muestras de no arrugarse y concurrir a las elecciones con María Cordón y Javier Martín le da un plus de credibilidad.