Salud
El sencillo hábito que permite quemar calorías mientras comemos
Un estudio de la universidad de Waseda concluye que los estímulos orales durante la masticación de los alimentos pueden ayudar a aumentar el gasto energético del cuerpo
Uno de los propósitos para el nuevo año para la mayoría de los españoles es acabar con los kilos de más cogidos durante las pasadas navidades. A diferencia de otros objetivos clásicos como aprender inglés o apuntarse al gimnasio, adelgazar puede ser una tarea más sencilla y que no requiere esfuerzo.
Uno de los hábitos más recomendados para adelgazar en algunos casos y controlar la obesidad en otros es masticar bien la comida. Este simple gesto hace que la ingesta de alimentos sea más lenta y que el cuerpo tenga sensación de saciedad mucho antes y por lo tanto se come menos.
Masticar bien ayuda a una buena digestión pero lo que no se conocían hasta ahora los efectos que tenía este efecto generador de calor de la masticación. Un estudio elaborado por la Universidad de Waseda (Japón) y publicado en la revista Scientific Reports ha revelado que los estímulos orales relacionados con la duración de la degustación de alimentos líquidos en la boca y la duración de la masticación, juegan un papel relevante en el aumento del gasto de energía después de la ingesta de alimentos. El estudio ha sido elaborado por Yuka Hamada y Naoyuki Hayashide la Universidad de Waseda.
Por lo general, el proceso de masticación mejora el gasto de energía asociado con el metabolismo de los alimentos y aumenta la motilidad intestinal, lo que se traduce en una mayor generación de calor en el cuerpo después de la ingesta de alimentos, un proceso conocido como termogénesis inducida por la dieta (DIT). Sin embargo, aún no está claro cómo la masticación prolongada induce DIT en el cuerpo.
¿Qué es la termogénesis inducida por la dieta?
La termogénesis inducida por la dieta (DIT), también conocido como el efecto térmico del consumo de alimentos, aumenta el gasto de energía por encima del nivel basal en ayunas, un factor conocido para prevenir el aumento de peso.
El equipo de Hamada y Hayashi descubrió que comer despacio y masticar bien no solo aumentaba el DIT sino que también mejoraba la circulación sanguínea en la región del abdomen. Aunque estos estudios vincularon el DIT inducido por la masticación con una mayor actividad relacionada con la digestión y la absorción en el abdomen, dejaron margen para explorar más a fondo algunos aspectos fundamentales.
Según reconoce Hayashi, “no estábamos seguros de si el tamaño del bolo de comida que ingresaba al tracto digestivo contribuía al aumento de DIT observado después de comer lentamente. Además, ¿los estímulos orales generados durante la masticación prolongada de alimentos juegan algún papel en el aumento de DIT? Para definir la masticación lenta como una estrategia de control de peso efectiva y científica, necesitábamos profundizar en estos aspectos“.
Para encontrar las respuestas, los investigadores diseñaron su nuevo estudio para excluir el efecto del bolo alimenticio e involucrar otros alimentos líquidos. El estudio completo incluyó tres ensayos realizados en días diferentes.
En la prueba de control, se pidió a los voluntarios que tragaran 20 ml de comida líquida de prueba cada 30 segundos. En la segunda prueba, los voluntarios mantuvieron el mismo alimento de prueba en la boca durante 30 segundos sin masticar, lo que les permitió saborearlo durante más tiempo antes de tragarlo. Por último, en el tercer ensayo estudiaron el efecto tanto de la masticación como del gusto; los voluntarios masticaron el alimento de prueba de 20 ml durante 30 segundos con una frecuencia de una vez por segundo y luego lo tragaron.Las variables como hambre y saciedad, variables de intercambio gaseoso, DIT y circulación esplácnicafueron controladas antes y después del consumo para evaluar las diferencias.
Y los resultados del estudio resultaron ser bastante esclarecedores. No hubo diferencia en las puntuaciones de hambre y saciedad entre los ensayos. Sin embargo, tal y como describe Hayashi, “encontramos que el DIT o la producción de energía aumentaron después de consumir una comida, y aumentaron con la duración de cada estimulación del gusto y la duración de la masticación”. Esto significa que -añade- “independientemente de la influencia del bolo alimenticio, los estímulos orales, correspondientes a la duración de la degustación de alimentos en la boca y la duración de la masticación provocan un aumento de termogénesis inducida por la dieta.
”El intercambio de gases y la oxidación de proteínas también aumentaron con la duración de la estimulación del gusto y la masticación, al igual que el flujo sanguíneo en la arteria celíaca esplácnica. Como esta arteria suministra sangre a los órganos digestivos, la motilidad del tracto gastrointestinal superior también aumentó en respuesta a los estímulos orales durante la masticación”, concluyó.
El estudio destaca que masticar bien, al aumentar el gasto de energía, puede ayudar a prevenir la obesidad y el síndrome metabólico. Hayashi matizó que “si bien la diferencia en el gasto de energía por comida es pequeña, el efecto acumulativo acumulado durante múltiples comidas, todos los días y los 365 días del año, es sustancial”.
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