Famoso entre los famosos
"Me conoce el mundo entero" Podcast entrevista desde Casa Lucio con Lucio y María Blázquez su hija
"El hombre que ríe" Así lo define Alberto Vázquez Figueroa dedicado a su vida."Y no hay más que escuchar al mismo Lucio en este PODCAST: Cómo lo empieza y cómo finaliza.
María su hija lo afirma: "Ha sido siempre tan simpático que desde que entró a trabajar en este lugar a los 12 años, que antes de comprarlo se llamaba "El Segoviano", le daba a los clientes detalles para que se los llevaran de recuerdo". Doy fe de lo que cuenta Mari en este podcast, en casa de mis padres en la Ciudad de México lució siempre en una estantería de la cocina, una jarrita de barro que decía "Casa Lucio. Madrid".
"Políticos, futbolistas, famosos...", "Yo quiero mucho a México...", "Yo soy guapo y trabajador, me dieron la Medalla al Mérito en el Trabajo...," "Soy amiguísimo del Rey Juan Carlos..." y María su hija añade: "Papá: ¿Te acuerdas cuando Lola Flores se subía a la mesa a bailar y también cuando lo hacía María Jiménez?...Así empieza la charla con el gran Lucio y su hija, que como es habitual en él no se corta un pelo y presume de todo lo que ha vivido con una simpatía única. Lo que se ha vivido en este espacio tan madrileño es parte de la historia del país sin lugar a dudas. Ojear el libro de firmas del libro de Casa Lucio es ir de impresión en impresión navegando por las firmas y mensajes dedicados a Lucio plasmadas por todo tipo de celebridades: Empieza con la fotografía dedicada por el Rey Juan Carlos I, y sigue con Rafael Alberti, Antonio Mingote, los Condes de Barcelona, Mario Moreno Cantinflas, Bo Derek junto a Ana Obregón, Camilo José Cela, Gabriel García Márquez, Severo Ochoa, Santiago Carrillo, Plácido Domingo, Joan Manuel Serrat, Jane Fonda, Julio Iglesias, Pedro Almodóvar, Pelé, Octavio Paz, Felipe de Borbón (Príncipe de Asturias), María Félix, Jacobo Zabludovsky y Sarita, Bill Clinton, Mario Vargas Llosa, Jeremy Irons, la Reina Sofía y algunos de los familiares de Doña Sofía... Podría seguir y seguir escribiendo nombres, cada página es una sorpresa con una lista interminable de personajes de todo el mundo, páginas y páginas con fotos que ni en los libros de honor de los mejores hoteles de la capital se ven tantos y tan variados.
Lucio con su gracia única. Escuchadlo en este podcast:
Lucio a sus 91 años sigue recibiendo a sus clientes todos los días, despidiéndolos y agradeciéndoles la visita a su histórico y famoso restaurante. Entrar en Casa Lucio y verlo es un subidón. Quedar allí es un puro placer. Es como mover el gusanillo que indica que lo va a pasar uno muy bien, de que se va a comer muy bien y de que producirá un recuerdo de esos que permanecen siempre. Esta vez es de una manera especial porque si solamente el venir a la Cava Baja y entrar en el sitio ya es en sí una emoción, hoy mucho más porque he quedado con María su hija y con este gran personaje.
En la entrada, aunque todavía es la una y media del medio día, ya hacen cola las personas que quieren entrar. De todos los otros sitios de la Cava Baja de Madrid solo aquí hay fila, digamos como siempre. Entro y la barra ya está a tope, intento hablar con alguno de los maîtres pero no para, están todos liadísimos. Decido acercarme a la barra y pasar detrás del biombo de madera en donde hay un cartel que indica: “Por favor esperen aquí para ser sentados”, no hago caso, continúo y le pregunto a un camarero que pasa enfrente para pedir algo en el bar por María la hija de Lucio y me indica que está allí dentro, en donde está la caja y la entrada a la cocina. Veo a María Blázquez en ese momento delante del ordenador y en medio del trasiego de camareros y del personal del restaurante que no cesan de entrar y salir con las comandas o platos para repartir, el sitio está a tope. Cuando Mari me vio me indicó que la esperara unos segundos. Nos alejamos un poco del barullo y empezamos la entrevista:
María, gracias, por recibirme, qué placer.
P.¿Cuéntame algo de cuando erais pequeños? ¿Tu padre ya estaba aquí?
R. Cuando éramos pequeños nos encontrábamos a mis padres trabajando aquí en Lucio. Si queríamos verles siempre estaban aquí.
"Lucio empezó a trabajar a los 12 años". María Blázquez
P ¿Cómo empieza la vida de tu padre como restaurador?
R. Cuando era el Segoviano (nombre del restaurante antes de que Lucio lo comprara) empezó a trabajar a los 12 años y aquí atendía a clientes famosos. Tenía detalles especiales con ellos. Siempre les daba algo para que se lo llevaran de recuerdo. Una jarrita de barro, algo de Madrid. Era muy simpático.
P. ¿Cómo se convierte en Casa Lucio?
R. La dueña del Segoviano le ofreció a mi padre el negocio, pidió una hipoteca, hizo durante dos años obra y abrió en noviembre de 1974.
Los mensajes de Lucio a sus hijos
Mari cuenta que sus padres les hacían ver que este trabajo de todos los días era para darles a ellos una buena formación. María es abogada.
María sigue al pie del cañón en el restaurante: "Siendo muy joven empecé a trabajar con mi padre aquí en Lucio después de estudiar derecho"
Uno se imagina que de estar toda la vida en un restaurante se aprende a cocinar pero María responde: "No soy una experta en cocinar, se freír un filete y hacer una ensalada rica"
Es verdad que los que vamos a Lucio no vemos la carta, pedimos por lo general sus famosos huevos rotos con patatas, un buen jamón pero no caemos que en este sitio es famosa la ensalada de escarola, María señala que ahora las ensaladas están de moda pero hace 50 años pedir una ensalada era "Pedir una tristeza" Su ensalada de escarola es histórica tanto como el tiempo que Casa Lucio es lo que es. "La gente sigue viniendo aquí a comer una ensalada de escarola". Sucede que cuando va uno a Lucio los clientes no suelen ver la carta y por lo general piden siempre lo mismo pero como la hija de Lucio menciona "Nuestros callos son riquísimos como el pollo en pepitoria y muchos platos más".
Lucio sigue viniendo cada día a su Casa y sentado justo al lado de la salida de los platos que salen de la cocina con los pedidos de los clientes, sigue recibiendo y saludando a las decenas de comensales que desean comer en su sitio.
Lucio es una gran figura y no solo en España. No hay más que escuchar los idiomas que se escuchan en los salones del restaurante. México desde luego es uno de los países en donde se quiere a Lucio. Doy fe porque desde pequeña mis padres, cuando viajamos por primera vez de la Ciudad de México a Europa, nuestra primera escala fue en Madrid, en ese Madrid de la Avenida José Antonio antes de que aterrizara un Burguer King (que a todos los clásicos horrorizó) que "rompía" el sabor de tan emblemática calle en el corazón de la capital que recuerdo que a mi madre le pareció una brutalidad. Empezaba a cambiar todo, nunca como ahora, pero independientemente de los cambios que ya se notaban en los años ‘70 con la llegada de empresas extranjeras , la cita en Lucio era obligada. En aquellos años, cuando España empezaba a despegar después de tantos años de haber tenido una vida alejada del mundo, los mexicanos estábamos deseando venir a disfrutarla y lo hacíamos a pesar de tener que pasar por trámites engorrosos como sacar una visa que nos permitía pisar suelo español. Llegar a aquel aeropuerto de Barajas (que lo recuerdo como en tonos marrones no sé por qué) producía una emoción enorme porque era aterrizar, instalarse y salir rumbo a Lucio para por fin sentarnos en una de sus mesas en el salón principal, pedir una ración de buen jamón y los huevos rotos que nunca faltaran o los callos, su ensalada u otro de sus tradicionales platos. Pero el momento mas esperado era cuando Lucio aparecía en la mesa a saludarnos a cortar él mismo los huevos o a ayudar a servir uno de los platos elegidos.
Para Lucio esto es su vida. A sus 91 años, yo aquí, sentada a su lado, en su mesa de familia, he sido testigo de lo que significa Lucio para mucha gente local y para muchos otros que vienen de fuera. Desde que nos sentamos, Lucio no ha dejado de saludar a los clientes que cuando lo ven se emocionan, muchísimos mexicanos pero no son los únicos, se acercan americanos, latinoamericanos, españoles, europeos, camareros, colegas, amigos...uno detrás del otro porque ver a Lucio y saludarlo es todo un privilegio, toda una emoción.
Porque como él mismo me dice al oído: “A mi me conoce todo el mundo”. Y vaya que lo conoce todo el mundo. Se acercó una señora con acento norteamericano, muy emocionada y respetuosa y le preguntó si podía hacerse una foto con él. Lucio encantado aceptó y una vez tomada la imagen, le dijo: “Lucio: mira por favor esta foto” la señora le mostró en su móvil una imagen en donde posaba con su madre junto a Lucio que le hicieron hace 40 años, una foto que ha viajado desde América hasta el corazón de Madrid con el deseo de volver a entrar a Casa Lucio, soñar que vería a Lucio, imaginar que se volvería a hacer una foto con Lucio y decirle lo maravilloso que ha sido pensar en conseguirlo para volverse a llevar la imagen a cruzar el Atlántico.
Podría llenar de nombres famosos de todo tipo esta pieza pero no tiene sentido, no lo tiene porque casi todas las grandes estrellas que han visitado Madrid alguna vez en su vida, han venido a Casa Lucio. La lista es tan interminable que prefiero quedarme con el buen sabor de boca de haber estado con Lucio, en Casa Lucio, en la mesa de Lucio y con la hija de Lucio.
✕
Accede a tu cuenta para comentar