«De Bellum luce»

Vox sigue el camino de Cs

Vox ha comprobado en estas elecciones que su discurso asusta en un electorado que demanda gestión y eficiencia más que principios campanudos que en algunos casos recuerdan a la España en blanco y negro de la etapa pre-democrática

Las elecciones se están demostrando eficientes máquinas de triturar a la nueva política. Explosionan en función de determinadas circunstancias coyunturales y sus propias dinámicas internas acaban engullendo a estos partidos desde dentro, sin que necesiten más enemigos que aquellos pocos que conviven en el control endogámico de la organización.

Vox ha entrado en el mismo camino que Ciudadanos después de haber actuado de principal tabla de salvación del «sanchismo» en esta campaña electoral. Si Sánchez tiene la oportunidad de intentar una nueva investidura aupado por Puigdemont, Junqueras y Otegi es gracias a Vox. Y la primera factura es la baja de Espinosa de los Monteros, todo un símbolo del camino que ha elegido el nuevo mando del partido.

Los gobiernos autonómicos amenazan con ser la «tumba» de Vox igual que les ocurrió a los naranjas porque van a ser el espejo de lo que ofrece realmente este partido a la política española. Propuestas que están fuera de la Constitución o discursos demagógicos que chocan con la realidad social doméstica y con la realidad política europea. Si hubiera repetición electoral, Vox tendrá un problema. Y si no la hay, el golpe les llegará en la siguiente convocatoria electoral. Un partido con una dirección en la sombra, que responde a intereses particulares ya que trasciende la causa del proselitismo ideológico, está condenado a tener un techo muy bajo y un suelo muy pequeño. En esta nueva política se ha visto rápido y claro que detrás de los mensajes y de la propaganda de la nueva política hay, ante todo, intereses económicos de unos pocos, y que éstos pocos acaban llevándose por delante el proyecto porque pesa más el factor humano y la codicia.

Vox ha comprobado en estas elecciones que su discurso asusta en un electorado que demanda gestión y eficiencia más que principios campanudos que en algunos casos recuerdan a la España en blanco y negro de la etapa pre-democrática. En esta Legislatura dieron oxígeno al «sanchismo» con las mociones de censura y le han ofrecido la posibilidad de una vida extra gracias a las salidas de tono y a los perfiles elegidos para ocupar los cargos institucionales que se han repartido en la tómbola de la negociación del reparto del 28-M. Las diferencias entre el PP y el Vox que deja Espinosa de los Monteros se resumen en que los segundos niegan la violencia machista, proponen acabar con las comunidades donde han colocado a algunos de los suyos y creen que no tienen motivo para avergonzarse de su herencia falangista. Son igual de peligrosos que los de Podemos, pero bajo la inspiración de El Yunque en lugar de «beber» del populismo bolivariano.