Sin Perdón
¿Votos por 20.000 euros?
«Estamos ante una iniciativa disparatada que nunca se aplicará, aunque gobernaran otra vez los socialistas y los comunistas»
Yolanda Díaz no ha inventado nada. Las fórmulas para comprar el voto son muy antiguas. Es cierto que unas son más zafias y otras más imaginativas. En este caso no me atrevería a calificarla de exquisita. En los tiempos de la Roma Republicana se utilizaban los juegos y celebraciones, así como el clientelismo. Era necesario tener dinero o patrocinadores que permitieran financiar las campañas electorales para conseguir los preciados cargos públicos. Por supuesto, siempre existía la fórmula más directa de pagar por el voto o ayudar a los benefactores, ya se sabe que «el que tiene padrino, se bautiza». La Restauración fue prolífica en la compra de votos. La candidata de Sumar quiere erigirse en la padrina universal de todos los jóvenes españoles. Cuando cumplan 18 años les dará 20.000 euros, que, por supuesto, no salen de su bolsillo. Esta generosidad, como es habitual en los comunistas, correrá a cargo de los Presupuestos. Es bueno recordar que esos «impuestos Robin Hood» son ocurrencias de economistas mediocres y fanáticos como el sobrevalorado Pikkety.
A estas alturas, no entiendo que alguien se pueda tomar en serio las propuestas de los economistas comunistas y antisistema. No hay más que ver la aportación del ministro Garzón. Al final, lo que les gusta es la vida plácida de la indolencia, la subvención y los chollos con cargo de los Presupuestos. La Historia nos demuestra que estas iniciativas siempre han fracasado. No existe un caso en que el dirigismo autoritario del comunismo haya producido un buen resultado. Es la fórmula mágica que produce pobreza, retroceso y corrupción. Estamos ante una iniciativa disparatada que nunca se aplicará, aunque gobernaran otra vez los socialistas y los comunistas. No sé si estará libre de impuestos. Me parece profundamente discriminatoria, ya que se debería extender a los que hayamos tenido 18 años. En el carácter retroactivo hay que incluir los intereses. La medida excluye a mis hijas, que han tenido la buena o mala suerte de nacer a principios de los noventa. A lo mejor tendría que haber esperado para que tuvieran derecho a que les intentaran comprar el voto.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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