Francisco Nieva
El dichoso postismo
Juan amaba realmente a sus discípulos y, a poco talento que tuvieran, los estimulaba sin tregua y entablaba una sincera amistad con ellos, con lo cual lograba hacer eclosionar muchos aspectos positivos en cualquier muchacho
Corría el año 45 del pasado siglo cuando mi maestro en Valdepeñas, Juan Alcaide Sánchez, muy notable poeta, me habló de los poetas y teóricos del «postismo», un movimiento de vanguardia surgido en pleno corazón del régimen franquista, y como la primera acción de contraste ante el orden y sistema moral de valores que se imponía públicamente.
Juan amaba realmente a sus discípulos y, a poco talento que tuvieran, los estimulaba sin tregua y entablaba una sincera amistad con ellos, con lo cual lograba hacer eclosionar muchos aspectos positivos en cualquier muchacho. Me habló de la corta pero intensa correspondencia que había mantenido con Carlos Edmundo de Ory, y hasta me leyó algo de aquellos papeles privados. Me hizo resaltar la bella imagen de un poema de Carlos. «Corría la Luna entre las nubes, desmelenada y prófuga...». Parecía fascinado por aquel nuevo descubrimiento. Que Carlos le causara un efecto de todo punto excepcional lo refleja en un soneto que más tarde le dedicó. Lo vio desde su rincón conventual de pueblo como un ángel maldito de rebeldía y de orgullo estético. Un adolescente invicto, un príncipe bárbaro y coronado de brillantes y crueles distancias. Bajo su paso a matacaballo por el reino del arte no volvería a crecer «la mala hierba»:
Ory de uranio
Tú, Atila de lirismo amordazante...
Pisa el caballo de tu pie, y revienta
la espiga en loco parto, cuenta a cuenta,
sin boca que la cuente y que la cante.
¡Desolación por ti! Cada semblante
se vuelve un Lot de lívida tormenta.
Y en un lago de Asfaltites se ensangrienta
yo no sé qué ciudad de qué cuadrante.
Pasa, santo sin Dios, ciclón de gasa,
polen de adormidera, pasa, pasa.
¿Qué campos cataláunicos te citan?
Rey de los hunos pálidos. ¡Postismo!
Saturno de tu sombra y de ti mismo...
Los ángeles, borrachos, te vomitan.
Pero sí, no obstante, Carlos era ese fenomenal poeta, lleno de poder y recursos. Y no tanto postista «de nacimiento». El verdadero creador del postismo fue el pintor y poeta Eduardo Chicharro Briones, que ejerció una gran influencia sobre otros artistas de mérito. Chicharro lo fanatizó en cierta medida, y él interpretó el juego expresivo calificado por su autor de postismo. Prácticamente bajo su dictado, Carlos escribió algunos poemas que escandalizaron y subyugaron en igual medida.
Cuando el jefe de prensa del Movimiento, asimismo amigo entusiasta de Chicharro, permitió la publicación de los Manifiestos Postistas, firmaron como tales practicantes y padrinos Ory y Sernesi, hijo de un banquero italiano. Pero el tal jefe de prensa no contaba con la huéspeda en un régimen tan autoritario. Al día siguiente de su publicación, multitud de jóvenes artistas e intelectuales se afirmaban como postistas, radicales enemigos del régimen tanto como de la expresión poética tradicional. Se armó tal escándalo, que aquel mismo que lo permitió hubo de prohibirlo acto seguido. Y dictaron un pacto de silencio, hasta hacer olvidar aquel movimiento de vanguardia, como si nunca hubiera existido. Pero no hay duda de que existió. Y se generó en Roma. En la Academia Española, mientras era su director Don Ramón del Valle-Inclán, que había sustituido al famoso pintor Eduardo Chicharro Agüera, padre del creador del postismo. Don Ramón ejerció una política de manga ancha para los becarios. Y Chicharro hijo, en compañía de Gregorio Prieto, perpetraba diabluras en los altos del viejo palacio, eran dos imaginaciones exacerbadas. A Prieto, los becarios le llamaban «Culito de Goma». Chicharro le fotografiaba con disfraces extraños, con objetos pegados a su cuerpo y, luego, pintarrajeado caprichosamente. –«Esto que hacemos se puede convertir en una nueva tendencia. Le podemos llamar POSTISMO, es decir, más allá de los ismos conocidos». Chicharro era muy amigo de Marinetti, el gran estimulador del futurismo. Todos los demás futuristas le trataban, y contaba con una gran capacidad dialéctica para redactar un muy brillante manifiesto, que competía con los de André Breton en Francia. Lo mismo fotografiaban a dos modelos desnudas dentro de una enorme jaula de mimbre que hacían un boquete bajo los bigotes del retrato de algún respetable señor, y por allí asomaba el pito infantil de Carlitos del Valle-Inclán. En cierta ocasión a Culito de Goma se le ocurrió poner un anuncio convocando a todos los tipos fornidos de Roma para que sirvieran como modelo de un Cristo, y Valle-Inclán se encontró una mañana con una larga cola de guapos chulos romanos que defendían a puñetazos su puesto en la fila. Tales eran sus prácticas artísticas.
Resumiendo: el postismo se gestó en la Roma de los años treinta, y no es ajeno a ello Gregorio Prieto, excelente pintor, amigo de García Lorca y Luis Cernuda. He aquí el secreto del dichoso postismo.
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