Mirando la calle

Todo en la vida es sexo, menos el sexo...

«La Justicia decidirá si hay delito o no, pero como político, Errejón ya está juzgado y condenado»

Decía Óscar Wilde que «todo en la vida es sexo, excepto el sexo. El sexo es poder». Yo añado que el sexo es una de las mayores ambiciones del poder. La denuncia de la actriz Elisa Mouliaá contra Iñigo Errejón demuestra, una vez más, que son muchos los poderosos que utilizan el poder para conseguir sexo. Saben que existe la erótica del poder y que el brillo de la ideología a la que representan y la confianza que generan al defenderla les otorgan la posibilidad de conquistar a personas que, en otras circunstancias, ni se fijarían en ellos. Lamentablemente, la notoriedad y el poder demasiadas veces afectan al comportamiento y empujan a «aprovechar el cargo», con toda suerte de fines, incluidos los sexuales. Uno puede ser un psicópata y que no se le note jamás en el escaparate (las cifras de psicopatía en la sociedad lo demuestran); pero si tiene poder, casi con seguridad el trastorno acabará asomando la patita en la trastienda. Sinceramente no sé si la denuncia de Mouliáa tendrá recorrido jurídico. Desconozco si la decepción que genera una conducta reprobable e incluso asquerosa, pero que parece extinguirse cuando quien la sufre lo demanda, puede ser causa de punición. Creo que es preciso diferenciar entre un machista repugnante y un agresor sexual; pero lo que no admite discusión es que un político ha de ser ejemplar en su comportamiento, máxime en los asuntos que más defiende. Errejón aplaudió a Mouliaá por su feminismo en redes. Así comenzó su relación, aprovechándose de la credibilidad y admiración que a los ojos de Mouliaá le otorgaba su compromiso político. Parecía que Errejón asumía los hechos, cuando tras reconocer «haber llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona» abandonaba su cargo, casi al tiempo que se hacía pública la denuncia ahora archivada provisionalmente por el avanzado embarazo de la abogada de la presunta víctima; pero acaba de reaparecer asegurando que la denuncia es falsa y pidiendo declarar para «exponer la realidad de los hechos». Lejos quedan los «yo sí te creo» coreados por el político, que ahora prueba su propia medicina. La Justicia decidirá si hay delito o no, pero como político, Errejón ya está juzgado y condenado.