El buen salvaje

Señoritas

Esta trama es adictiva como un culebrón y cutre como un zaguán de Rafael Azcona

En los detalles de la trama de corrupción que merodea al Gobierno no está lo importante, pero sí lo interesante. Lo primero se verá en los tribunales y lo segundo, da igual porque nos vale para salsear lo que, al cabo, nos quedará en el recuerdo cuando dentro de muchos años alguien se pregunte por las parejas de Ábalos y por las compañías de los demás. Los pisos de las señoritas son ya el meollo de lo de Koldo, Ábalos y Aldama. Jessica se acogió a una «emergencia habitacional» que costaba 2.700 euros al mes en la Torre de Madrid, de lo que se no se enteraba el ex ministro, ni del puesto que se le dio a esta mujer excepcional tan preparada que había que ficharla sea como sea como directiva del CNIO. Jessica sería la mujer que lo hace todo en España, tan preparada para la sensatez intelectual como para la alegría minifaldera. Es la maravilla de trasnochar con una mujer empoderada, capaz de dar y darse dirigiendo el consejo de ministros.

Esta trama es adictiva como un culebrón y cutre como un zaguán de Rafael Azcona. Nos descubre que, en el fondo, los protagonistas son personas que tienen sentimientos a flor de piel, que matan por querer, tanto que están dispuestos a ir a la cárcel y que se duermen mientras ven cómo suspiran la chicas de sus sueños. Estos señores, sobre todo el de más alta responsabilidad, abrieron su corazón en el lugar equivocado, para quedarse como toros abatidos por un latir cercano. He ahí donde un sinvergüenza me gana porque no es lo mismo tener mucha cara que darla por otra más bonita, que es la esencia del cine negro, aunque aquí sea más de «Atraco a las tres», ya saben, «un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo», la película que se tiene a mano, pero más increíble que una versión glamurosa. Para ser Humphrey Bogart solo hay que disfrazarse, pero para encarnar a José Luis López Vázquez hay que nacer. No digamos Gracita Morales. Es más difícil ser Jessica y ser Ábalos y vestir como Jessica y vestir como Ábalos. Ellos alcanzaban el éxtasis de «Cuelga tú primero».