Sin Perdón
¿Sánchez podrá resistir?
«No será una legislatura fácil, pero está en La Moncloa y tiene el aparato del Estado a su servicio»
Es una pregunta que se hacen muchos españoles. A mí me la hacen todos los días. Una pareja me la hizo este sábado cuando salía de un restaurante. Otras veces es en la calle y, por supuesto, en cualquier reunión alguien acaba planteándola. Con cualquier otro presidente hubiera contestado que es imposible, porque los códigos éticos eran distintos. Sánchez es el político más tenaz e implacable que he conocido. Esa ausencia de empatía explica esa capacidad de resistencia ilimitada. Por supuesto, tiene su círculo íntimo que es su familia y algunos amigos que no están en política. Me refiero a una falta de empatía política que le permite tomar cualquier decisión, no tener principios sólidos y asumir la mentira como parte de su estrategia, aunque ahora vive más instalado en la táctica. Esto explica que pueda ser implacable y generoso en función de su conveniencia. Ha acogido a los que le traicionaron por una simple cuestión de cálculo político y utilidad. A otros que le fueron fieles les consiguió un acomodo con cargo de los Presupuestos cuando dejaron de servirle en su proyecto.
El sanchismo se ha convertido en una forma de actuar sustentada en el carácter camaleónico de su líder y en un populismo que ignora o menosprecia a los que no piensan como él. Es decir, su esfuerzo se centra en los colectivos que pueden votarle. Es algo característico de los populismos iberoamericanos. Un radicalismo de izquierdas, el control del aparato del Estado y el asalto a las instituciones, la creación de redes clientelares para colocar a los amigos, la utilización de la mentira y la propaganda y la constitución de una estructura de medios de comunicación que le sirva tanto de altavoz como de parachoques. En este sentido, no hay más que constatar la protección que recibe frente a las campañas inmisericordes e implacables que sufrió el PP cuando estaba en el gobierno. Por cierto, me divierte mucho recordar que los que ahora le apoyan eran sus más feroces detractores en las primarias de su partido. En aquella época apoyaban a la lideresa andaluza y hasta que no triunfó la moción de censura creían que sería un secretario general efímero. Ahora los lobistas se hacen millonarios gracias a la generosidad de La Moncloa, ya que pueden vender que abren las puertas y tienen hilo directo con el líder. El cuerpo de visitadores sanchista tiene, además, el amplio mundo del sector público empresarial lleno de amiguetes.
Sánchez tiene muy claro que el poder es para ejercerlo sin remilgos, limitaciones o dudas. Nada que ver con lo que hemos vivido hasta que llegó a La Moncloa. Por ello, hay que tener claro que resistirá y agotará la legislatura. En primer lugar, el sanchismo considera que todo el mundo tiene un precio. Unas veces es muy caro y otras muy barato. Esto explica que estén convencidos de que Puigdemont acabará entrando en el redil. No digo que sea fácil, pero es buscar qué se le puede dar para complacerlo, ya que la presidencia de la Generalitat no era posible. Los que sean ingenuos con el tema del concierto catalán o un eventual referéndum, pueden olvidarse porque si le conviene para seguir en el poder acabará otorgándolos. Es bueno recordar que tiene a Conde-Pumpido dispuesto a avalar cualquier decisión que adopte Sánchez. El PNV y ERC están a su servicio, aunque alguna vez tienen que salirse del cauce y mostrar algún atisbo de independencia. El primero porque necesita al PSOE para gobernar en el País Vasco que es su única prioridad. En el caso de los independentistas catalanes, la humillante rendición de Marta Rovira y su equipo les deja sin margen de maniobra. No pueden propiciar la llegada de un gobierno del PP.
El otro aspecto importante que le permite resistir es el control del PSOE. Las voces críticas están arrinconadas y en proceso de extinción. Nadie le lleva la contraria, aunque tiene a Page y Lambán mostrando algo de espíritu crítico, pero sin grandes heroísmos. Los dirigentes y los militantes del partido han tragado con los indultos y la amnistía y lo harán con el concierto catalán y un referéndum. La jugada catalana le ha salido bien, ya que Junts y ERC están enfrentados sin posibilidad de recuperar la unidad de acción del independentismo. A esto hay que añadir que los segundos tienen un panorama muy oscuro gracias a su crisis interna. Han perdido toda credibilidad. La normalización institucional con reuniones con el Rey, la recuperación de la bandera española y el dominio del PSC sobre las principales instituciones catalanas es demoledor para ERC. La incompetencia y miopía de Marta Rovira es antológica. Tarradellas dijo que «no hay nada peor en política que hacer el ridículo». Tenía toda la razón. Es lo que le ha sucedido a la secretaría general del partido independentista.
Por tanto, la ventaja de Sánchez es que tiene el poder y está dispuesto a hacer lo que sea con tal de mantenerse. No será una legislatura fácil, pero está en La Moncloa y tiene el aparato del Estado a su servicio. Controla el Poder Ejecutivo hasta un extremo que eclipsa a todos sus antecesores. Maneja el Legislativo con algunos tropiezos, pero sin que pueda poner en riesgo su presidencia.
Y, finalmente, dispone en el Judicial suficientes peones bien situados que le permitirán laminar cualquier problema que tenga o pueda tener en el futuro. Los magistrados y los fiscales al servicio del uso alternativo del Derecho tienen muy claro que su misión es proteger a Sánchez. Es lo que sucede con el Tribunal Constitucional de Conde-Pumpido, pero también en el Supremo, la Audiencia Nacional, los Tribunales Superiores y las Audiencias provinciales, ya que siempre hay algún amigo del poder sanchista dispuesto a ayudar. Son una minoría en las carreras judicial y fiscal, pero están muy motivados.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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