Sin Perdón
La reducción de la jornada laboral
«La realidad es que UGT es un apéndice del PSOE y Comisiones Obreras lo es del
Partido Comunista»
No me extraña el fervor de los liberados sindicales por lograr una nueva reducción de la jornada laboral. Lo que quieren es extender ese concepto populista de trabajar lo menos posible. Por supuesto, hay excepciones y conozco liberados sindicales ejemplares, pero la regla general es que prefieren ser una casta bien pagada que está liderada por los secretarios generales de UGT y Comisiones Obreras. Hay que aclarar que ser liberado sindical es un auténtico chollo. Me gustaría estar equivocado, pero la experiencia me ha demostrado que los sindicatos, que son fundamentales en una democracia, están más preocupados por servir al gobierno socialista comunista que en defender el progreso económico y la viabilidad de las empresas. Me encantaría escribir un artículo diciendo lo contrario, pero la realidad es que UGT es un apéndice del PSOE y Comisiones Obreras lo es del Partido Comunista. No creo que nadie pueda sentirse molesto ante una realidad tan evidente. Los únicos sindicalistas que me han causado buena impresión no son, precisamente, los que controlan el aparato sindical.
Ese espíritu de trabajar poco lo refleja muy bien Manuela Bergerot, una de las esforzadas lideresas de Más Madrid, que considera que la reducción de jornada es una «ganancia para las familias» y dejó muy claro que «queremos trabajar menos y cobrar más». No hay duda de que podemos incluirla entre las grandes estadistas contemporáneas. El objetivo es alcanzar la jornada de 32 horas semanales en cuatro días, que consideran un derecho y quieren que no comporte una reducción salarial. Lo mejor es cuando pretenden, incluso, ganar más. Es un horizonte fascinante. Espero que la vayan reduciendo hasta llegar a la extinción de algo tan incómodo como es trabajar. Las ideas comunistas, que han fracasado estrepitosamente en todos los países en los que se han aplicado, es algo que les une a los sindicalistas nacidos para estar liberados, como Pepe Álvarez, Unai Sordo y sus compadres en la dirección de UGT y CC OO. Unos y unas encontraron un balneario perfecto en el sindicalismo mientras que otras y otros prefirieron la vía política. Eso del lenguaje inclusivo provoca frases algo extrañas. Hay que ir con cuidado, porque llegan estos progres de la «policía» de la moral woke y te cancelan. En cualquier momento nos prohibirán criticar los sindicatos.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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