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Realidad, ficción y la otra amnistía de Puigdemont

El jueves lo que ocurrió es que a Puigdemont se le aplicó la amnistía de hecho y no de derecho

Oscar Wilde (1854-1900) habría dicho –la cita es atribuida– que «la realidad siempre supera a la ficción». El escritor irlandés, que desafió la moral victoriana, lo experimentó en sus propias carnes. Los mejores guionistas de esas series de intriga y acción política, made in USA, que tanto le gustan a Iván Redondo, no serían capaces de alumbrar una trama como la de la presencia y huida de Puigemont –puro esperpento– seguida de la investidura, con más pena que gloria, de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Puigdemont acaparó todo el protagonismo, con la connivencia de casi todos, mientras que el nuevo «molt honorable» se quedó en actor secundario. El espectáculo del jueves pasado en Barcelona todavía oculta muchas claves, pero empiezan a desvelarse algunas, más allá del ridículo hecho por los «Mossos d’Esquadra» y por los otros cuerpos de seguridad que también deberían haber detenido a Puigdemont. Es obvio que el otra vez huido –quizá a Waterloo– pudo ser puesto a disposición judicial. Si no ocurrió es porque alguien no quiso, así de simple. Hay indicios de que la presencia de Puigdemont en Barcelona fue detectada el martes, que es cuando Rull dice que cenó con él. Si nadie actuó solo pudo ser porque quien podía hacerlo recibió instrucciones para no intervenir. Es difícil de aceptar, pero no es inverosímil en este mundo real en el que la mejor ficción apenas es para bebés. El ministro Marlaska y el exconseller de Interior Elena tendrían algo que decir. El jueves lo que ocurrió es que a Puigdemont se le aplicó la amnistía de hecho y no de derecho. Los corifeos más activos del sanchismo predican, desde hace semanas, que la voluntad del legislador es que la Ley de Amnistía beneficie a todos los actores del «procés», Puigdemont incluido, hicieran lo que hubieran hecho. Los jueces encontraron agujeros en esa Ley y todo se ha retrasado y alguno, como el líder de Junts, se impacientaba. El jueves fue amnistiado en la práctica –en una operación muy preparada y sin duda a cambio de algo– y vuelve a tomar resuello. Ganó él y también Sánchez y los indepes de ERC y Salvador Illa, aunque sea un presidente vicario. Perdió el Estado de Derecho y el PSC y el PSOE, que casi no existen –lo que hay es sanchismo– y todo el país, incluidos muchos de los ciudadanos de Cataluña. A pesar de todo, no dejarán de soportar la mayor presión fiscal de toda España. Eso sí, Puigdemont fue amnistiado de hecho el jueves, y todo confirma que la realidad supera a la mejor ficción, como dicen que descubrió Oscar Wilde.