Sin Perdón

Puigdemont levanta o baja el pulgar

«Ahora solo cabe imaginar el coste que puede tener que Puigdemont apoye los Presupuestos»

Estos días están de moda los gladiadores. Es habitual utilizar esa imagen del pulgar del emperador para decidir la vida y la muerte. No importa el rigor histórico, como se puede comprobar con el nuevo bodrio que ha perpetrado Ridley Scott tras el disparate de «Napoleón». En esta ocasión ha decidido aprovechar el éxito de «Gladiator», para sacar una secuela, «Gladiator II», que consigue superar en sus errores a la anterior, aunque sigue siendo un entretenido espectáculo cinematográfico. En estos casos, no cabe esperar una fidelidad a la realidad histórica y tenemos que asumir que es una ficción destinada al entretenimiento, aunque con el típico deseo pretencioso de darle un barniz de historicismo divulgativo. Es lo que sucedía con los peplums, que es un género cinematográfico que define a las películas de aventuras ambientadas en la Antigüedad llenas de tópicos, disparates y fantasía para divertir al público. El dedo del emperador en España no le corresponde a Sánchez sino a Puigdemont, ya que le ha convertido en una marioneta y le deja seguir en La Moncloa mientras le sea útil en su estrategia. Unas veces apunta al cielo y otras al infierno. Cuando le perdona la vida es siempre a un precio desorbitado. Por supuesto, lo pagamos todos los españoles. Es lo que sucede cuando los hilos de la marioneta los mueve un independentista que no engaña a nadie y es coherente con su estrategia. Sánchez no consiguió convertirle en su rehén y la duda es saber si lo logrará comprando sus votos para que le apruebe los Presupuestos. Sumar, ERC, PNV y Bildu son actores secundarios. Otra cosa es que en el juego de equilibrios de intereses también le hagan morder el polvo. La izquierda mediática sólo está preocupada por la continuidad del gobierno socialista comunista, que es enormemente generoso usando el dinero público en su objetivo de favorecer a los amigos del sanchismo. El problema es que el fastuoso banquete, que hubiera eclipsado los que ofrecían los emperadores romanos, lo pagamos entre todos. Mientras Sánchez se pasea por el mundo para olvidar sus penalidades en la política interior, los que glosaban la coherencia de Scholz convocando elecciones anticipadas aplauden esa generosidad ilimitada para seguir en el poder. Ahora solo cabe imaginar el coste que puede tener que Puigdemont apoye los Presupuestos.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)