Tribuna

Ponga un general

No somos el único país que aprovecha experiencias y capacidades de militares.

Ponga un general
Ponga un generalBarrio

Sin remontarnos a los fenicios, ya en nuestra valorada y parcialmente traicionada Transición, encontramos al general Gutiérrez Mellado como vicepresidente del Gobierno de Adolfo Suárez. Es decir, que lo del general Gan Pampols en la vicepresidencia de la Generalitat valenciana, no es nuevo.

Como los tiempos navideños invitan a cierto relajo, señalaré dónde encontré a otros generales en épocas de ajustado sueldo y familias numerosas. Cuentan que, allá por los sesenta, se organizó una empresa que ofrecía la presencia de generales para dar realce a ciertos actos sociales, especialmente bodas, incluso funerales. La oferta decía: «Ponga un general en su boda». Se ofrecían tarifas desde presencia con uniforme de diario, hasta llegar al de gala con fajín, banda y condecoraciones, incluso mayor precio cuando el contratado asistía con esposa –real o prestada para el caso– adornada con sombrero o pamela. Un compañero de Estado Mayor de la misma promoción, preparaba un sencillo dosier para que el general –se buscaba a uno que conservase buena pinta– conociese los nombres de los novios, de algunos invitados a los que se pretendía fascinar e incluso del cura oficiante.

Todo viene a cuento tras el nombramiento del general Curro Gan para dirigir la reconstrucción de una región azotada por la Dana, que la necesita, tanto en fase de imperiosa urgencia como a medio y largo plazo.

Por supuesto, han aparecido críticas, algunas muy directamente dirigidas con evidente mala fe a las retribuciones del General. Desde luego, no conocen a Gan. Lo último que pasaría por su mente al responder a la petición de Mazón, sería saber cuánto le pagaban. Lo que sí dejó claro, es que quería que le dejasen al margen de la lucha partidista.

Cuando no olvidamos que también el italiano Draghi nombró al general Figliusolo, jefe de Logística del Ejército, para coordinar las medidas contra el COVID, coinciden estos momentos con la recuperación de Nôtre Dâme y el recuerdo que tuvo Macron por el enorme trabajo realizado por el general Georgelin, a quien encargó hace cinco años, lo que parecía un trabajo imposible. Ha tenido que ser Philippe Jost politécnico del mismo Ministerio de Defensa, brazo derecho del antiguo JEMAD francés, quien concluyera la ingente obra.

Coincide que los generales proceden del Arma de Infantería especializados en Tropas de Montaña. Los no especialistas, siempre pensamos que aquellos tienen algún resorte cerebral diferente. Algo que a Georgelin le costó la vida el año pasado, tras una caída a sus 77 años a tres mil metros de altura ocurrida en sus queridos Pirineos. Curro Gan, un catalán también enamorado de la misma Cordillera, desde la Escuela de Alta Montaña del Ejército de Jaca, no se había conformado con alcanzar varios ochomiles. Obtuvo permiso –tengo parte de culpa– para cruzar el Ártico a pie, arrastrando cada componente de la patrulla que mandaba, su propio trineo. Pregúntenle a él cómo salió vivo de esta aventura. Poco faltó para que hoy no hablásemos de esta vicepresidencia valenciana.

Voy al grano. Porque comentando el nombramiento, Fulgencio Coll, otro general que conoce bien a Curro, que sabe cómo opera la UME y la legislación en que se apoya porque fue su primer jefe, es hoy hombre comprometido con su propio Ayuntamiento de Palma, sirviendo a su sociedad desde su situación de retirado.(1)

Desde luego, no somos el único país que aprovecha experiencias y capacidades de militares. Israel es un ejemplo, como también lo son los Estados Unidos. Es como si un militar nacido del pueblo, vuelva a sus raíces, para servir durante un tiempo a su propia gente, para aportar, no para «hacer carrera».

Comentando el nombramiento de Gan, declaraba Coll en un periódico de tirada nacional: «Para levantar España, pon un general en cada Comunidad». Ya imaginan los comentarios, cuando el propio medio añadiría: «los militares vuelven a la política para reforzar la credibilidad en la gestión, algo impensable tras el franquismo; reciben una preparación a nivel logístico y de organización que, complementada con su experiencia, parecen convertirlos en las personas más adecuadas para gestionar una catástrofe (2); así, la designación de Gan Pampols ha recibido el aplauso generalizado, tras años en los que la presencia de militares en puestos de gestión pública sobre todo después del franquismo, parecía imposible».

Se sobreentienden, aunque no los cite el medio, unos valores que van asociados a la vocación militar y que son a la larga los que les capacitan para muchas funciones. Por encima de todo, la disciplina tan mal interpretada por algunos como hija de la obediencia ciega; la cultura del esfuerzo, sacrificio y trabajo de equipo, serán las mejores armas que podrá usar Curro Gan en la difícil empresa en que se ha metido.

Pero sé que lo conseguirá. Como Georgelin en Nôtre Dâme.

(1) No confundir la situación de «retirado», desligado de Defensa, con la de «reserva», unida aún al Ministerio. (2) De hecho, la gestión de una guerra, es la gestión de un caos.

Luis Alejandre Sinteses general (r).