Tribuna
El plan de Madrid para la convivencia de vecinos y turistas
Madrid ha demostrado en los últimos cinco años su capacidad de liderar transformaciones que otras ciudades de todo el mundo imitan
Proteger a los residentes que desarrollan su vida en el corazón de Madrid. Apoyar y revitalizar el comercio de proximidad en el centro histórico. Y ordenar las viviendas de uso turístico a través de un modelo que favorezca la convivencia entre los vecinos y quienes nos visitan. Los tres retos con los que he querido comenzar este artículo no solamente son compatibles. También complementarios. Necesario cada uno de ellos para convertir en realidad los otros dos. En el Ayuntamiento de Madrid estamos convencidos. Creemos en ello con tal determinación que hemos situado estos objetivos como principios esenciales e irrenunciables del Plan RESIDE, la estrategia presentada por el gobierno liderado por José Luis Martínez-Almeida y con la que la capital de España, de nuevo, da un paso al frente y demuestra su voluntad de liderar de un modo valiente la respuesta ante este fenómeno.
Madrid se encuentra en su mejor momento. Consolidada como una de las plazas favoritas de ciudadanos de todo el mundo para vivir, invertir y visitar. Transformada en referente internacional por sus políticas de sostenibilidad ambiental, de protección de su patrimonio verde y de fomento de una movilidad limpia. Pujante como nunca gracias a su atractivo cultural, gastronómico y deportivo.
Este presente extraordinario no debe, sin embargo, hacernos caer en la autocomplacencia. No contemplamos abandonar o posponer aquellas actuaciones que son necesarias para sentar las bases de un Madrid todavía mejor. Uno de los principales desafíos a los que se enfrentan todas las ciudades en la actualidad es ensanchar las vías de acceso a la vivienda. De una manera singular entre los jóvenes. Sería irresponsable en este contexto obviar cómo el «boom» experimentado por los pisos turísticos que siguió al final de la pandemia ha impactado directamente sobre el ámbito residencial en algunos barrios y, al mismo tiempo, ha agudizado algunos problemas de convivencia entre vecinos y turistas.
Madrid se encuentra actualmente en una situación de equilibrio, lejos aún del desborde de pisos turísticos que sufren otras capitales, y esa realidad nos debe llevar a aprovechar la oportunidad que han dejado pasar otras grandes ciudades, en las que se ha expulsado a los vecinos del centro, y a ordenar este fenómeno y la demanda que lo impulsa y justifica para hacerla compatible con la protección a los residentes que el Plan RESIDE consagra.
A través de esta hoja de ruta cuya aprobación inicial se concretará el próximo mes de diciembre, Madrid busca precisamente blindar a las comunidades de vecinos. Los pisos turísticos ya no convivirán ni compartirán espacios comunes con los residentes. Las viviendas de uso turístico dispersas en los edificios residenciales quedan prohibidas. En el centro histórico, esta limitación hemos querido extenderla incluso a la planta baja de los inmuebles. En el exterior de este perímetro, los pisos turísticos deberán contar con acceso independiente. Con el firme propósito de defender el comercio de proximidad, cerramos también la puerta a la conversión de locales en pisos turísticos en el centro histórico, así como en los grandes ejes terciarios del resto de la ciudad.
En paralelo, apostamos por la concentración de esta oferta turística en edificios exclusivos. Con una novedad relevante: la posibilidad de transformar en el centro edificios protegidos en inmuebles dedicados al alojamiento turístico a cambio de su rehabilitación y por un periodo máximo de 15 años, tras el cual, recuperará su uso residencial. Junto a ello, más de 200 inmuebles terciarios y dotacionales privados tendrán, gracias al Plan RESIDE, la opción de transformarse en edificios residenciales para multiplicar las opciones de acceso a una vivienda.
Y en el centro de todo, un refuerzo de medios orientado a reducir el número de viviendas que operan al margen de la ley. Más recursos humanos en la Agencia de Actividades, más inspecciones y un régimen sancionador más duro, con multas que pueden llegar a los 190.000 euros.
Madrid ha demostrado en los últimos cinco años su capacidad de liderar transformaciones que otras ciudades de todo el mundo imitan. Lo hicimos con la mejora de nuestro aire al pasar de ser la capital más contaminada de Europa a la que presenta unos mejores datos. Articulamos Madrid 360, la estrategia de sostenibilidad ambiental que ciudades de más de 30 países están queriendo aplicar. Sufrimos sobre nuestros parques las consecuencias de la borrasca Filomena y eso nos llevó a reforzar el cuidado y la mejora de nuestro patrimonio verde hasta convertirnos en Ciudad Arbórea del mundo.
Ahora, el Plan RESIDE sienta las bases de un nuevo escenario en el que vecinos y turistas convivan y en donde la protección de un centro histórico con alma, la que representan nuestros residentes y comerciantes, sea compatible con la consolidación de un destino cada vez con más atractivos para los millones de personas que nos visitan.
Borja Carabantees delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid