Los puntos sobre las íes

Pactar con Vox es pecado, con ETA es tolerancia

Pedro Sánchez recibió por todo lo alto, y entre sonrisas, a la ex portavoz de ETA y actual jefa de Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua

Resultó un placer lindante con el orgasmo contemplar a periodistas y políticos de izquierda reaccionar como hienas en celo al acuerdo alcanzado entre Carlos Mazón y Vox para los Presupuestos de la Comunidad Valenciana 2025. Va para cinco meses el tiempo que llevan intentando derribar al mandamás de la Generalitat tirando de contadísimas verdades, bastantes medias verdades y un sinfín de lo que toda la vida de Dios se llamó trolas y ahora se conoce como «fake news». Y, entre medias, se inventan cabreos de Feijóo con Mazón que sólo existen en sus calenturientas mentes, actos de desobediencia del president valenciano a Génova 13 que constituyen fantasías animadas de ayer y hoy e indignaciones de otros barones que venden como una regla cuando representan una insolidaria y minoritaria excepción. El sanchismo político y mediático se las prometía muy felices las dos últimas semanas gracias a la congénita estupidez de la derecha patria, que se ha puesto al frente de la manifestación para pasar por la guillotina al barón popular por su gestión de la DANA. Todo ello con la ayuda de la juez roja de Catarroja que, al igual que la derechita tontita y la izquierda diabólica, ha obviado el elemental hecho de que en las consecuencias del diluvio del 29 de octubre más responsabilidad atesora esa Aemet que pronosticó que lo peor terminaría a las seis de la tarde y sobrevino entre las seis y veinte y las ocho y media y una Confederación Hidrográfica del Júcar que no informó del rebose del barranco del Poyo. El sanchismo periodístico estaba más cabreado que la mona Chita cuando Tarzán no le daba de comer. Normal: su gozo de cobrarse la pieza del president de una región decisiva para la gobernabilidad de España había acabado en el pozo de sus miserias. Se desahogaron llamando de todo y por su orden a Mazón por acostarse políticamente con Vox. La historia de siempre: «ultraderecha» por aquí, «extrema derecha» por allá y el recurrente y coñazo «fascista» por acullá. El éxito del líder de los populares de la Comunidad Valenciana es indiscutible: ya cuenta con los Presupuestos de los que carecen Pedro Sánchez, que cumple su segundo ejercicio con los de 2023 prorrogados, el aragonés Jorge Azcón, el murciano López Miras, la extremeña Guardiola y el castellanoleonés Mañueco. La cantosa doble vara de medir queda tanto más clara si trazamos una comparación entre la energúmena reacción a los Presupuestos de Mazón y la moderada y muy democrática que suscitó que Pedro Sánchez recibiera por todo lo alto, y entre sonrisas, a la ex portavoz de ETA y actual jefa de Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua. La mayoría de los políticos y periodistas zurdos, y algún que otro espécimen de eso que yo denomino derechita tontita, aplaudió el gesto de «normalidad» que supone agasajar en Moncloa a una basura humana que publicó dos portadas que espero se vuelvan contra ella cual karma: la primera, «Ortega Lara vuelve a la cárcel», publicada el día después de la liberación del funcionario de prisiones; y una segunda tanto más repugnante, «El edil del PP apareció con dos tiros», difundida tras el asesinato a cañón tocante de Miguel Ángel Blanco. Vamos, que a esta chusma les parece maravilloso que la vocera de la banda que asesinó a 856 españoles, dejó malheridos a miles y forzó el exilio de cientos de miles sea socia del Gobierno de España y recibida en Palacio y fatal que el PP cierre tratos con una formación impecablemente democrática que no ha matado a nadie. Lo cual refleja lo enferma que está nuestra querida España.