El bisturí
«El mentiroso siempre es pródigo en juramentos»
Lo que falla en la atención primaria no es la infraestructura, sino la falta de médicos
Confieso que no he leído ninguna obra de Pierre Corneille. Entre los más de 5.000 libros que adornan las estanterías de mi domicilio –trastero y armario empotrado incluidos– no figuran ni «La Muerte de Pompeyo», ni «Cinna o la Clemencia de Augusto», ni «Tito y Berenice». Los dramas, poemas y reflexiones de este escritor parisino nacido en 1606 me son tan ajenos como el Benidorm Fest, las rutas guiadas por los sherpas en las laderas del Himalaya, el curling que emiten por Eurosport, las películas de Javier Bardem o las vocingleras arengas matriarcales de Irene Montero. Lo traigo sin embargo a colación porque una de sus citas viene al pelo para resumir la temática de este artículo: las falaces promesas electorales de la izquierda en esta campaña y que realizará también, nadie lo dude, de cara a las próximas generales. La frase procede en concreto de internet, que es la fuente a la que acuden todos los columnistas que tratan de simular la cultura de la que carecen para adornar sus artículos, y si la página en la que figura es veraz, que podría serlo, merece creerse a pies juntillas. Dice Corneille que «el mentiroso siempre es pródigo en juramentos». Ahí es nada. El resumen de semanas de mítines, en apenas siete palabras y 39 caracteres.
Y es que las promesas formuladas por PSOE, Unidas Podemos y todos sus sucedáneos autonómicos y locales en forma de plataformas o círculos no parecen más que eso, juramentos emitidos por bocas que ya faltaron a la verdad durante esta legislatura en asuntos como los pactos con Bildu, el comité de expertos de la pandemia, los precios de la luz, la casta o la casa de toda la vida en Vallecas. ¿Qué credibilidad tienen los que formulan ahora sus proclamas a los electores? Poca, por no decir ninguna. Repasemos algunas. La de las viviendas para jóvenes parece, de entrada, irrealizable. Si difícil es que ahora vaya a arreglar el problema de los precios de la compra y el alquiler un Gobierno bajo cuyo primer mandato no han hecho más que dispararse, más difícil parece aún cuadrar de dónde saldrá el dinero para hacerlo, porque sumergidos como estamos en una espiral de gasto público fastuoso, no queda demasiado margen para el endeudamiento. Lo peor de todo, en cualquier caso, sería que no bastase el dinero procedente de Europa, nos endeudáramos, y los precios siguiesen creciendo, que es lo que terminará por ocurrir. Sí parecen en cambio factibles los caramelos con los que el PSOE trata de enganchar a los nuevos votantes y a los más mayores: los viajes en interrail y el cine a dos euros para los más mayores, dos dádivas para captar votos y procurar que los actores adeptos al régimen tengan público.
Seamos cautos, sin embargo, y veamos cómo evoluciona la economía porque al final puede resultar que los destinatarios de las subvenciones tengan luego que pagarlas por la vía de los recortes, como ocurrió bajo el anterior gobierno socialista. Particularmente llamativas son las promesas en Sanidad. Pedro Sánchez ha anunciado tres veces que regará con 580 millones a las autonomías para mejorar la infraestructura de atención primaria, lo que equivale a decir que no se ha enterado de nada, porque lo que falla en ella no es la chapa ni la pintura, sino la falta de médicos, y para eso no ha puesto un euro. Tendremos, pues, centros de salud más bonitos, pero sin facultativos. Promesa estéril.
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