Al portador
El lado oscuro de la bajada de los tipos de interés
El dinero barato no lo soluciona todo y puede provocar que «los financieros salgan beneficiados a expensas de las viudas y los huérfanos», defendía Locke allá por 1691
John Locke (1632-1704), uno de los primeros empiristas británicos y padre del «liberalismo clásico», ya explicaba en 1691 en sus «Consideraciones sobre las consecuencias de los bajos tipos de interés» que «la reducción forzosa de los tipos de interés no reporta ningún beneficio a una sociedad que carece de diligencia y austeridad». Más cerca, en 2012, tras la Gran Recesión, el economista canadiense William White advertía de que «una agresiva relajación monetaria –tipos de interés muy bajos–en un momento de recesión económica no es una barra libre. En el mejor de los casos, compra tiempo para reequilibrar las economías». Sin embargo, concluía que «esta oportunidad se ha malgastado». Luego, con la pandemia, «la barra libre monetaria» sería casi infinita y estaría en el origen último y principal de la inflación de los últimos años. Ahora, la Reserva Federal (FED) en Estados Unidos y el Banco Central Europeo (BCE) en la zona euro han iniciado otro proceso de reducción de los tipos de interés, celebrado con jolgorio y con un «queremos más» por gobiernos, inversores y endeudados de toda clase y condición.
La «fiesta» de otra etapa de dinero muy barato tiene, sin embargo, su lado oscuro, a la vista de casi todos, pero que pocos quieren ver. En primer lugar, «rescata» a los gobiernos muy endeudados, que son casi todos, incluidos el de los Estados Unidos y los de España, Francia o Italia. Además, es un indicio de que algo no va bien. La FED redujo los tipos en septiembre en 50 puntos básicos, algo nunca visto en décadas y, todavía más insólito, en periodo electoral. No lo hizo porque la inflación estuviera «controlada», sino –según los analistas más finos– porque teme una recesión notable. A este lado del Atlántico, Isabel Schnabel, alemana, miembro del Consejo Ejecutivo del BCE, tildada de «halcón» –partidaria de políticas monetarias duras– acaba de decir que «la economía de la zona euro está estancada» y que Alemania lidera ahora el pelotón de los torpes. No lo ha dicho de forma expresa, pero sí ha abierto la puerta a otra bajada de los tipos de interés en la zona euro antes de lo previsto dado el peligro de que la recesión avance. Es el «lado oscuro», dinero barato con escasa actividad económica y riesgo de más paro. El Banco de España, por ejemplo, ha detectado que ahora las empresas no dejan de invertir por el precio del dinero sino por falta de expectativas o la elevada incertidumbre. El dinero barato no lo soluciona todo y puede provocar que «los financieros salgan beneficiados a expensas de las viudas y los huérfanos», defendía Locke allá por 1691.
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