Opinión

El hombre OASIS

El hombre oasis no vive en la ansiedad de tener que impresionar o retener a una mujer con lujos

Últimamente, percibo un cambio bonito en las calles (de occidente) y en las conversaciones: cada vez hay más parejas en las que el hombre es de la edad o incluso más joven que la mujer. Hoy es posible ver mujeres atractivas y seguras de sí mismas acompañadas de hombres menores. ¿Por qué?

Por un lado, las mujeres de 40 y 50 años de hoy no tenemos nada que ver con las generaciones anteriores. Invertimos en salud, independencia y autocuidado. Ya no envejecemos de la misma manera ni tenemos la necesidad de emparejarnos por seguridad económica. Por otro lado, muchos hombres jóvenes han crecido viendo a mujeres empoderadas y no tienen la trasnochada obsesión por la juventud extrema que los abuelitos. Para ellos, estar con una mujer que se conoce y no depende de nadie es un incentivo, no una amenaza.

Sin embargo, este fenómeno feliz no contradice la premisa fundamental. Tan incorrecta, y de estética retrógrada y chunga: que a todos los hombres les gustan las mujeres jóvenes, porque es innegable y regula las dinámicas de atracción desde tiempos inmemoriales.

Si un hombre está con una mujer madura, e incluso de su edad, casi siempre es porque no tiene dinero. Y si esa mujer está con un hombre joven sin recursos, es porque ella no tiene acceso al joven guapo e interesante con dinero. Es un cruce de carencias que, en ocasiones, genera combinaciones satisfactorias.

Muchos de mis amigos niegan esta premisa porque suena fatal y es descarnada. Quieren pensar que hay hombres que aman la madurez en sí misma, que sienten fascinación por la experiencia y la conversación de una mujer de 50 frente a la frescura de una de 25 y la belleza de una de 35. Pero la realidad es que, en términos generales, los hombres que podrían elegir juventud lo hacen. Es la Ley del deseo. La excepción a la regla solo se da cuando entran en juego otros factores: dinero, estatus, fama o necesidad emocional.

También hay otro factor: el aburrimiento. Tanto hombres como mujeres pueden ser increíblemente aburridos y tontos, y en este caso, por suerte para los demás, suelen juntarse entre sí. Se reconocen, se encuentran y hacen match. Los aburridos y tontos rápidamente salen de la ecuación.

Luego está la cuestión del poderío. Las mujeres que necesitan ayuda económica se van con hombres ricos. Las muy materialistas también. Pero, como la regla sigue siendo que el hombre prefiere a las jóvenes, estos hombres ricos suelen buscar mujeres mucho menores que ellos. La balanza se equilibra con lo que mi querida amiga, que no quiere ser citada, llama los “Hombres oasis”: hombres que se autoabastecen, pero no son ricos.

¿Quiénes son los hombres oasis? Son aquellos que no buscan una mujer por conveniencia económica ni por estatus, porque han aprendido a vivir con lo que tienen. No son ricos, porque si lo fueran estarían con jóvenes, pero tampoco son mediocres. Son divertidos, porque los tediosos se emparejan con otras personas soporíferas. Son dulces, cariñosos, elevados, fuertes, porque han evolucionado para aceptar su posición “disfuncional” en un mundo que les exigió desde pequeños que debían ser proveedores (como a las mujeres, guapas, es una mierda pero es). Y, sin embargo, han encontrado la manera de definirse por otras cualidades más allá de lo que era su misión social: el dinero.

El hombre oasis es una joya para la mujer atractiva, inteligente que ha alcanzado su madurez, que no busca un patrocinador ni un protector, sino un compañero de aventuras. Su encanto, evidentemente, no radica en el poder adquisitivo, sino en su capacidad de ser presente, hacer reír y ser generoso con su energía; radica en su conversación, su empatía, su capacidad de abstracción, su forma de recogerla y rodearla con su carisma (cuán sexy); un hombre que siempre te trata bien.

Pero hay más: los hombres oasis, en muchos casos, han pasado por relaciones en las que han sido utilizados como proveedores emocionales y abandonados, o han vivido la decepción de no poder competir con hombres más acaudalados. Han sufrido su propio duelo al darse cuenta de que el sistema de atracción no está diseñado para ellos, y en esa resignación, han construido su embrujo. No buscan deslumbrar con billetes ni posesiones, de hecho no pueden, sino con amor y encanto, en un mundo que los empujaba a medir su valía en cifras, se han visto obligados a construirse a sí mismos desde adentro.

Además, hay un aspecto psicológico fundamental: el hombre oasis no vive en la ansiedad de tener que impresionar o retener a una mujer con lujos. Ha desarrollado una seguridad que lo hace tremendamente atractivo, han convertido su limitación en su mayor fortaleza, y la conciencia de su posición en el mundo les otorga una autenticidad que los distingue del resto.

¿Es más difícil encontrar a un hombre oasis que a un hombre rico? Puede que sí, porque el hombre rico está en exhibición, pero el hombre oasis es un hallazgo, una gema escondida en el desierto de las dinámicas sociales.

_¿Es el hombre perfecto?

_Si no necesitas esmeraldas, sí. Pero recuerda: si hubiera sido rico, probablemente no estaría contigo.

_Y qué, si hubiera sido rico, tampoco sería él (porque sería infinitamente más gilipollas). No sería tu oasis.