Canela fina
Guerra canta las verdades a Sánchez
«Alfonso Guerra: “El actual Gobierno de coalición ha desviado al PSOE de una trayectoria de 144 años”»
No se trata de las invectivas de algunos comentaristas fuera de sí. Tampoco de declaraciones de Aznar o de Rajoy. Lo ha dicho un político de permanente pensamiento socialista, acreditada experiencia y renovada lucidez. Me refiero a Alfonso Guerra. Las declaraciones del exvicepresidente del Gobierno le pueden entrar a Sánchez por un oído y salirle por el otro sin romperlo ni mancharlo. Pero cometería un grave error.
El actual Gobierno de coalición, ha afirmado Alfonso Guerra en El Mundo, desvió al PSOE de una trayectoria de 144 años. El socialismo democrático, el socialismo socialdemócrata tiene poco que ver con la alianza espuria que actualmente padece. Comunistas, podemitas, secesionistas catalanes y bilduetarras conforman una áspera coalición de insólitas consecuencias. Si Felipe González hubiera pactado con el Partido Comunista de Anguita, Aznar no se habría encaramado en el poder en 1996. En toda Europa el socialismo democrático se negó a la alianza con el totalitarismo comunista. Felipe González prefirió ceder el poder a la alianza con los sectores ideológicos que estaban fuera de la libertad democrática y de la Constitución.
«Los debates internos del PSOE –ha afirmado Guerra– eran tormentosos pero fructíferos. Ahora todo se aplaude y se calla». Y ha añadido: «Quien mantenga que el Parlamento fraccionado de ahora es mejor que aquel del bipartidismo miente». La España de la Transición fue la de la concordia y la conciliación. Vencedores y vencidos de la guerra incivil pasaron página y dejaron atrás la memoria histórica para organizar la moderación y construir la vida política nacional sobre el centro izquierda y el centro derecha, dando a España los mejores años de prosperidad y libertad de los últimos siglos. Aquella situación se ha quebrado y han renacido las dos Españas de los garrotazos de Goya. La ambición de Sánchez de permanecer en el poder a toda costa ha quebrado el espíritu de la Transición. La concordia y la conciliación entre españoles se ha trocado en la intransigencia, el insulto y la crispación.
No sé si las elecciones nacionales del próximo otoño enderezarán la situación. Me temo que no. La moderación la pone Europa con las fronteras despejadas, el respeto a los derechos humanos y la moneda común. Pero nuestros partidos han cerrado horizontes para sumirse en la intransigencia y la descalificación.
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