Elecciones autonómicas
Sin Rajoy no habrá Gobierno
Todos los sondeos coinciden en lo que ya apuntábamos ayer en estas páginas: el PSOE sufrirá una fuerte caída en el País Vasco y, en Galicia, se convertirá en tercera fuerza, superado por En Marea. De nuevo está en juego la hegemonía de la izquierda en España. Se cumplirían de esta manera los peores augurios para Pedro Sánchez, que no vería avalada su política de negar a toda costa que pueda formarse un gobierno presidido por Mariano Rajoy. Para radicalismo, hay un votante que prefiere la versión encabezada por Podemos y sus confluencias, aunque últimamente algo deterioradas. La opción de esperar al 25 de septiembre para aclarar su posición no le va a servir de nada al PSOE; sólo para ganar tiempo, y España no está para malgastarlo. Celebramos que los socialistas convoquen a su Comité Federal después de los resultados en País Vasco y Galicia, pero esperemos que no se convierta en el típico cónclave orgánico que sólo sirve para apuntar al líder, en este caso a Sánchez. Lo que es evidente es que, posteriormente a estos comicios, los socialistas agravarán su situación, manteniendo la tendencia marcada en las convocatorias del 20-D, en 2015, y en las pasadas del 26-J. De celebrarse una tercera convocatoria, lo que ya se empieza a ver como inevitable, nada indica que este paulatino descenso del PSOE pueda detenerse, sobre todo cuando ha quedado claro que la estrategia del «no es no» de Sánchez no está recogiendo ningún fruto. Esta posición se ha querido reforzar con la exigencia de que Rajoy se retire como candidato. No tiene ningún sentido que se pida apartar a quien ha ganado las dos últimas convocatorias electorales, precisamente enfrentándose al líder socialista. Paradójica manera de entender el juego democrático: el que ha perdido dos veces seguidas en las urnas, quiere que su adversario, que ha resultado vencedor, se vaya. Queda claro que el PSOE lanzó esta bravata como una operación de distracción de sus propias heridas. Confiamos en que el esperado Comité Federal socialista no sirva para votar la marcha del presidente del Gobierno en funciones. Pero, además, existe un problema aritmético: esta propuesta no cuenta con el apoyo de Ciudadanos, por pura coherencia. Si el partido de Albert Rivera apoyó a Rajoy en el debate de investidura, no se podría entender que ahora diese por muerto el pacto, sólo por cumplir una exigencia de Sánchez, que tampoco asegura desbloquear la situación. Todo hace pensar que el camino recorrido por la formación naranja tiene una base sólida en los acuerdos alcanzados con el PP. La manera en que se ha resuelto la crisis abierta por el fallido nombramiento de Soria y la expulsión de Rita Barberá del PP ha cumplido las expectativas marcadas en las condiciones de regeneración democrática acordadas por Rajoy y Rivera. Para Sánchez será difícil digerir los resultados de País Vasco y Galicia, si finalmente se cumplen, porque supondrían un fracaso sin paliativos a su estrategia. Hay que tener en cuenta que la posición del secretario general socialista ha sido tan rotunda que será difícil maniobrar para abrir un resquicio que facilite que la legislatura pueda echar a andar. La convocatoria de unas terceras elecciones en el plazo de un solo año no es una victoria para nadie, pero si lo miramos desde el punto de vista electoral, para el PSOE puede ser la confirmación de su monumental error, sobre todo si, tal y como prevén las encuestas, el PP sigue subiendo. Partiendo del hecho de que unos nuevos comicios no resolverían el bloqueo, sólo cabe dejar las puertas abiertas a que los socialistas puedan facilitar los diputados que faltan para la mayoría absoluta o que, finalmente, ya no sea ni necesario.
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