Alfonso Ussía
Tontos de varas
Me dicen que 183 tontos de varas han volado a Bruselas para oir un discurso del gran «caganer». Alguien les habrá pagado el viaje. Podría ser Boye, el abogado defensor, que aún guarda un remanente de los millones que pagó Emiliano Revilla a cambio de su vida. Boye era uno de los etarras que secuestraron al empresario. El dichoso proceso ha derivado en un caos. Un presidente con colitis, abogados defensores etarras y huelgas convocadas por un brutal asesino de «Terra Lliure». Y Bélgica. Durante el reinado de Leopoldo, la nación colonizadora que mejor y con más eficacia exterminó a los colonizados. En Bruselas, jaulas con niños congoleños y los belgas tirándoles cacahuetes, como si fueran chimpancés. Los chistes que cuentan los franceses siempre son de belgas. A la rica relación de personajes mundiales que apoyan a los independentistas catalanes se ha sumado Pamela Anderson, la actriz tetona o tetuda, que desde niña ha seguido muy de cerca los aconteceres de Cataluña. Ama tanto a Cataluña que es capaz de distinguir sus márgenes en un mapa, lo que da a entender su compromiso con la fallida República. Bueno a lo que iba.
Los 183 tontos de varas, clamorosos paletos, se lo han pasado bomba en el vuelo, pero al oir el discurso del cagueta, al menos los que se sentaron en las últimas filas del teatrillo, se entregaron a la modorra. Fueron con las varas, que manejan con admirable soltura. Y se toparon en Bruselas con la titánica Terribas, que deseaba sentir la cercanía de su presidente, el estercolado. Creo que ya han vuelto, y que más de uno de sus vecinos les han preguntado si han sido ellos los que han financiado su viaje, pero no han sabido responder. En el catalanismo independentista el dinero sobra, aunque nadie sabe de donde viene.
Para mí, y lo escribo con respeto y tristeza, que al cagoncete, antes que a los guardias, hay que mandarle a los loqueros. Su fregona capilar se ha desmadejado con el clima de Bruselas, y está rarísimo. Los tontos de las varas retornaron a Cataluña con menos optimismo que el sonreído en el vuelo hacia Bruselas. Llegaron agotados, desencuadernados, pero con la satisfacción del deber patriótico cumplido. Ya en el Prat les confirmaron lo de Pamela Anderson, y aquello fue el despiporre. Abrazos, besos, varas al aire, y todo lo demás. –Esto es imparable. Yoko Ono, Guardiola y Pamela Anderson–. Lo cierto es que la mayoría de los catalanes, los no independentistas, se llevaron un chasco compartido con el resto de los españoles cuando supieron lo de Pamela. Hay que admitir los logros del adversario.
Por lo demás, el jiñado de la fregona desmadejada, los tranquilizó. –Estoy bien, y los belgas me tratan estupendamente. Todavía no me han reconocido como Presidente de la República de Cataluña, pero después de conocerse el apoyo de Pamela, es muy probable que lo hagan de inmediato. Seguid combatiendo a los fascistas y al Gobierno opresor. Yo os animaré y apoyaré desde aquí, en este doloroso exilio al que me han condenado los franquistas. Y mandarme más pasta, porque el hijoputa del abogado defensor que me han recomendado los amigos de la ETA, cobra mil euros por hora de trabajo, y tengo para unas semanas, pero a diciembre no llego. Y a mis consejeros presos, un fuerte abrazo, toda mi comprensión y que intenten mantenerse firmes en las terribles prisiones fascistas. Ahora os dejo, que he quedado para cenar en un restaurante pipudo y aquí en Bélgica son muy mirados con la puntualidad. Y por favor, no olvidéis abrazar de mi parte a Xavi Trías, que el pobre lo está pasando fatal, con los franquistas revisando sus cuentas, que son unos canallas, qué vergüenza. Gracias por viajar con vuestras varas, tontos míos–.
Y dicho esto, el gran «caganer» dio media vuelta, se desmadejó la fregona, y se perdió en el ocaso de Bruselas abrazado a la Terribas, que hay que estar zumbado para tal cosa. Doloroso destierro. Y barato.
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