George Michael
Tiempo fugaz
2016 ya pertenece al pasado. Recordaremos este bisiesto porque, en su recta final, aupó la palabra «populismo» y se nos consumió señalando como personaje del año a Donald Trump, paradigma de controversias e incertidumbres. 2016 dejó más huérfanas, si cabe, las melodías de nuestra memoria colectiva. Prince, Cohen y Bowie nos dolieron. «Praying for time» parecerá siempre escrito para hoy en la voz de George Michael. Esta muerte y otras incógnitas las recoge en herencia 2017, con su lienzo aún en blanco, la esperanza en él casi intacta y ciertas tradiciones mejoradas: ahí tienes, un año más, a varias familias pugnando por el podio del primer bebé nacido en año nuevo. Sus retoños, ya sí, todos ellos son recibidos a partir de ahora con la ampliación de la baja por paternidad bajo el brazo. A la vez, no nos engañemos, el nuevo año llega con exigencias, encareciendo la gasolina, el gas y la vivienda, arrastrando problemas antiguos de cohesión política y territorial. Nos espera una legislatura de diálogo obligatorio entre partidos –si no queremos recaer en el bucle electoral–, con el pretendido referéndum catalán en otoño y un puñado de juicios concurridos en Madrid y Palma. Lamentablemente, cientos de seres humanos seguirán encaramándose en las verjas ceutí y melillense para acceder como sea a nuestro primer mundo. Una vieja Europa con la que continuarán soñando miles de refugiados procedentes del infierno sirio. Aquí estarían dispuestos a sobrevivir, pero el euro pasa por una fase más que achacosa. La moneda cumple 15 años afrontando desafíos del tamaño del Brexit en un territorio comunitario en proceso de redefinición, atenazado por el terrorismo yihadista. Hemos estrenado año con otra matanza de Daesh en Estambul y un pánico latente, incrustado en las arterias de nuestras urbes occidentales. Arrecia el terror, con la sangría siria pendiente de ser contenida y nosotros, entretanto, europeos, poniendo efectivos, maceteros y bolardos en las calles para controlar nuestro miedo, que es lo mismo que ponerle puertas al campo.
Bienvenido, 2017. Ignoro cuáles serán tus palabras y tus protagonistas. Desde mi ignorancia expectante, puestos a pedirle algo personal a tus días venideros, como dijo Pablo Neruda, si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida. Salud para los míos, amigos siempre cerca, no más elecciones en el horizonte, justicia social de la que poder informar y pasarme por aquí, a saludarte. Tempus fugit.
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