Partidos Políticos
¿Sorpasso? ¿Qué sorpasso?
¿Y si el fantasma del tan traído y llevado «sorpasso» no se hubiera esfumado de nuestra política y sencillamente ha optado por explorar «nuevas rutas»? ¿Sería descabellado pensar que, después de casi tres años merodeando por la izquierda el «sorpasso» comienza a encontrar acomodo en nuestro centro-derecha? El interrogante ya golpea como martillo pilón en los costados de un partido popular que ha venido disfrutando el espectáculo de ver a las formaciones de Sánchez y de Iglesias cosiéndose a puñaladas. Pues bien, a ver si ahora va a resultar que no son los venidos a menos morados podemitas quienes acaben con la hegemonía del socialismo en España, sino esos anaranjados chicos políticamente higiénicos, ambiciosos a más no poder y de mensaje claro y no exento de cierto oportunismo, quienes pongan en jaque una hegemonía del Partido Popular incontestable durante 25 años en todo el arco político desde el centro hasta la derecha más ortodoxa pasando por liberales y democracia cristiana.
El ex presidente Rodríguez Zapatero hacía suya en una entrevista en Antena 3 TV allá por 2009 la frase «¿crisis? ¿Qué crisis?» que da título a un «LP» de Supertramp en su obstinación por negar los insistentes síntomas de alarma que señalaban todos los indicadores económicos del país. Reaccionó bien pero demasiado tarde como ya todo el mundo sabe. Esa misma obstinación, no tanto por negarse a agarrar el toro por los cuernos como por empeñarse en ignorar la presencia del miura, tal vez derivada de la parálisis que experimentan las presas acorraladas es especialmente evidente en algunas capas intermedias del PP tras haber perdido en los comicios catalanes la bandera como partido liberal-conservador referente de la unidad de la nación en esa comunidad autónoma.
Si los populares no ajustan el rumbo tal vez en la confianza de que en las pasadas generales de 2015 aquellas encuestas que no daban techo a la formación de Albert Rivera se quedaron en cuatro decenas de escaños, probablemente estarán firmado el principio del fin de un partido fundado y vuelto a refundar por Manuel Fraga cubriendo la vacante dejada en ese espacio por la extinta UCD, modelado después con aleación de sangre y fuego especialmente en Euskadi y Cataluña por la fragua de Aznar y recogido para sacar al país de su más grave crisis económica por un Rajoy que, guste o no guste se ha convertido en clave de bóveda del PP. Rivera ya se cree el «sorpasso», los errores le han hecho aprender, su figura se proyecta agrandada desde la Cataluña de Arrimadas hacia el resto de España, no tiene vocación de muleta y ve llegada la hora en las próximas elecciones municipales de tocar poder, de disputar a los populares las tijeras de cortar cintas y la botella de champagne que se estampe sobre el casco de una nueva nave del centro-derecha. Alguno en Génova-13 debe de estar meditando: ¿qué le han hecho en este partido a Aznar para que busque con tan evidente vehemencia la complicidad de los del «sorpasso»?
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