El desafío independentista
Rajoy a las nueve
Los mismos que clamaban ayer porque el Gobierno no hacía nada y se escondía detrás de los jueces, se sorprendían ahora de que el Estado empezara a actuar contra los sediciosos que quieren dividir España. Es muy difícil acertar en nuestro país. El Partido Socialista ni lo intenta: los lunes dice que hay que aplicar el artículo 155 de la Constitución Española y los martes lo contrario; los miércoles que apoya al presidente del Gobierno en su política sobre Cataluña, y los jueves vota contra ella en el Congreso de los Diputados. Así querrían acertar, pero se equivocan siempre. Cuantos más asesores ficha Pedro Sánchez, peor le salen las cosas. El PSOE a lo suyo y los independentistas al mambo.
Y como se montaba lío con las primeras detenciones del día de ayer, con las de aquellos que estaban montando el referéndum ilegal, Rajoy salió en la tele a las nueve de la noche para poner calma y decir lo que ha dicho siempre: que no ha llegado hasta aquí para tolerar el desafío independentista. Mientras, unos hablaban de «deriva represora» (Ada Colau), otros llamaban a las concentraciones y hablaban de la «suspensión de facto» de la autonomía (Carles Puigdemont).
Lo único que está claro es que el Gobierno debe tener la energía suficiente para impedir este golpe de Estado. Avisé hace unos días de que Rajoy, ese político capaz de hacer desesperar a las piedras, ese «piel de rinoceronte» que bautizó la canciller alemana, Angela Merkel, iba a embestir. No hacía falta ser profeta para saber que habíamos llegado al punto en que aplicar la fuerza sería necesario. Tanta palabrería y choriceo exigían ya una respuesta. Nadie podrá acusar a Rajoy de haberse precipitado en sus decisiones, tampoco de haber dado palos de ciego. No:no se han enganchado con la palabrería de Gabriel Rufián ni los improperios de Joan Tardá. Ha ido directamente al grano: a la pasta, y deteniendo a 14 responsables de la organización del referéndum. Los secesionistas –como era de esperar– se lanzaron a la calle. Manifestaciones pacíficas
–decían–, pero que acusaban al Gobierno de golpe de Estado. Justo lo que los sediciosos estaban preparando para el 1 de octubre.
Pero como dice Juan Pablo Colmenarejo, Rajoy está en su paz. Y lo está porque tenía previstas estas acciones desde hace mucho tiempo. Nada es casual. Ningún calentón ni improvisación. Como tiene también preparado el día después del fallido referéndum. Un grupo de asesores le aconseja a diario. Y todo para parar –como ocurrió ayer– un golpe a la democracia.
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