Angel del Río
Kilómetro cero de la campaña electoral
El ambiente que se respiraba ayer en la recepción oficial del Día de la Comunidad de Madrid era lo más parecido al de un acto de apertura de campaña electoral, pero de mañana y sin pegada de carteles. La recepción del pasado año tuvo también su carga política, pues en el calendario se habían marcado comicios municipales y autonómicos para ese mes de mayo, y generales para diciembre siguiente. Un año después, el escenario de proximidad de una nueva cita con las urnas se cargaba de palabras, emociones, distinciones, corrillos y canapés. Los políticos se pusieron las botas con generosas raciones de politiqueo y los canaperos profesionales no se perdieron el paso de las bandejas, con sus tapas madrileñas de cocido estructurado, reducido a la mínima expresión, y sus minis de calamares. Como siempre, los expertos en el condumio institucional, no dejaron que la bandeja se acercara a Mahoma, y fueron ellos los que se acercaron a las viandas.
Lleno hasta la bandera. Había que estar y dejarse ver, para dentro y para fuera; quiero decir, para el partido y para los electores, porque, como comentaba un veterano socialista que posaba junto a Rafael Simancas: «Hay que estar en la foto, sin moverse mucho, pero estando». Y en primer plano durante todo el acto, desde la entrega de galardones hasta el canapeo, pasando por el desfile militar, estuvo el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy; también la vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, y el ministro de Educación y Cultura, Íñigo Méndez de Vigo. Nunca hubo tanto gobierno en la Real Casa de Correos. No faltó el presidente del Senado, García Escudero, ni los portavoces de los grupos del Parlamento madrileño y de Ayuntamiento de la capital. Sólo faltaron a la cita dos ex presidentes regionales: el primero, Joaquín Leguina, y el último, Ignacio González, cada uno por razones muy distintas. Albert Rivera se llevó buena parte de la expectación y de las preguntas, algunas poco festivas, sobre intención de voto y futuros posibles pactos.
Tras la entrega de condecoraciones, la presidenta, Cristina Cifuentes, hizo un discurso muy institucional y poco político, por aquello de salvar el momento electoral que se palpaba en el ambiente. Habló del heroísmo y la entrega de los madrileños aquel 2 de mayo de 1808, «porque la Historia de España no se entendería sin ese episodio; el mismo espíritu de unidad que inspiró la Constitución». Y como estamos en una autonomía nada reivindicativa y muy solidaria con todos los territorios, en su fiesta mayor, Estrella Morente nos cantó una copla andaluza y un tango argentino; eso sí, en el desfile militar se tocó el himno de la Comunidad de Madrid, ese que nadie conoce, que nadie se sabe. Importante novedad este año: exhibición de un grupo de paracaidistas que hicieron el salto más exacto que jamás había hecho: aterrizaron justo sobre el kilómetro 0 de España, ante el entusiasmo de la alcaldesa, Manuela Carmena, que aguantó estoicamente todo el desfile militar en la tribuna presidida por Rajoy, y la mirada, buscando protagonismo, del pequeño Nicolás, al que sólo le faltó cantar aquello de: «En tu fiesta me colé...» Políticos de Ciudadanos hicieron frases ocurrentes sobre «lanzarse con o sin paracaídas», o «aterriza como puedas», pero aterriza en el punto exacto, porque si no, corres el riesgo de quedarte colgado de una utopía.
Sin pretenderlo, o sí, se dio por inaugurada ayer una nueva campaña electoral en el lugar de donde parte el entramado radial y político de España: la Puerta del Sol.
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