Inocencio F. Arias
En la corte del rey Donald
Rajoy hace, a los ocho meses de la entronización de Trump, la visita al emperador. Un desplazamiento gustoso que ya ha realizado más de un dirigente de un país aliado( «vasallo», para los antiamericanistas) y varios de los que se ponen nerviosos con la hegemonía yanqui (China). La foto con el estrafalario inquilino de la Casa Blanca no puede ser el primer objetivo del desplazamiento, como ocurría en el pasado con sus predecesores. Recordemos el ansia febril de Zapatero e incluso del presidente francés por fotografiarse con Obama. El anterior presidente era, en sus inicios, el oscuro objeto de deseo de los ciudadanos-votantes del planeta, mientras que el rubio millonario es el hazmerreír de muchas opiniones públicas occidentales, por supuesto de la española, donde hay un patente regodeo cuando mete la pata e incluso cuando parece que la ha metido aunque no sea así. Pensemos en el grave peligro de Corea del Norte. Tanto si replica verbalmente al norcoreano como si no, el americano para nosotros es un «pringao», lenguaraz y manazas.
La foto, por lo tanto, no va a dar a Rajoy ni un voto. Aquí, Spain is different, no faltará quien la ridiculice. Es bueno, no obstante, para España que Rajoy charle un rato razonable –no tan largo, es un almuerzo con intérprete y poco más– con el líder del mundo occidental. No somos un aliado privilegiado para Washington, ni para Trump, ignorante probablemente de lo que es nuestro país, ni, ojo, para Obama o Clinton. Somos sólo un buen aliado que cuenta, aunque sin excesos: ni gran potencia ni amenaza. Pero los asesores trumpianos, él probablemente no, saben que España refuerza, con la salida británica, su peso en la UE, que tenemos influencia en Iberoamérica, que bastantes gobiernos árabes nos oyen y que, como en la época de Franco, la historia se repite: tenemos un solar privilegiado para la defensa occidental en el que damos facilidades al Pentágono.
Trump se explayará con nuestro presidente en temas que nos interesan. Sus asesores le habrán dicho que Rajoy es tipo responsable y serio. Podremos intuir qué va a hacer con Corea o la tensión con Rusia, en Siria o el medio ambiente. No son temas baladíes, nos afectan. Y podremos reiterar que nos ayuden en la lucha contra el terrorismo. Que nos den más avisos como el de Las Ramblas. Resulta que la denostada CIA es útil. Un consejo: Rajoy debería deslizar a su anfitrión que en Méjico hay tanta gente honrada como en EE UU, pero que no se le ocurra insinuar que está violando los derechos humanos con el muro ni extrañarse de que nombre embajador a un donante a su campaña. Trump lo tomaría por tonto de remate en las dos cosas.
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