«De Bellum luce»

La censura y el metaverso de la corrupción

Sánchez, que es el rey del casino cuando toca jugar de farol, se ha encontrado en la mesa con otro jugador que se maneja con las mismas reglas que él

¿Es una forma de censura que los periodistas o medios que siguen todas las consignas oficiales reciban un trato de favor? ¿Se puede mercadear con la información más institucional, como el nombramiento de una nueva ministra, para quedar bien con un determinado periódico? ¿Es señal de respeto a la libertad de prensa que quienes dirigen la comunicación del Gobierno no traten en condiciones de igualdad a todos los trabajadores de aquellos medios que cumplen los estándares de las reglas de la libertad de prensa en una democracia? ¿Y qué significa que desde ese equipo de la «fontanería» presidencial del Gobierno se cambie propaganda dominical por ayudas diversas que tienen más que ver con tapar agujeros de una ruina empresarial que con el deber de información plural? La respuesta a todas estas preguntas hace difícil encontrar en los precedentes democráticos ejemplos con tanta soltura en tics propios de las mayorías absolutas que entran ya en la fase de la degeneración.

El inconveniente es que en el camino se han cruzado ahora gigantes que no hay manera de camuflar por más que se compren voluntades o se distraiga a la gente con el ruido de la desinformación. Y en éstas, y «Sintiéndolo mucho», citando a mi querido Joaquín Sabina, parece que aquello de «no tengo nada que olvidar de mi pasado, he dado más de lo que algunos me han robado», es la consigna que va a acompañar cada uno de los pasos del empresario señalado por la Justicia como «nexo corruptor» en la trama de Koldo. Aldama no está improvisando. Conoce cada uno de los tornillos que flojean en la maquinaria de Pedro Sánchez y sabe también cómo seguir aflojándolos, una vez que el envite ha llegado a un punto en el que todas sus cartas están marcadas y solo le queda jugársela a marcar las del adversario.

Y así, Sánchez, que es el rey del casino cuando toca jugar de farol, se ha encontrado en la mesa con otro jugador que se maneja con las mismas reglas que él. Lo que le supone un inconveniente mayúsculo porque, a diferencia de los regateos que mantiene con sus socios desde que se estrenó en Moncloa tras la moción de censura a Mariano Rajoy, ahora tiene a alguien enfrente que no está dispuesto a mirar hacia otro lado si se le está engañando. Sabe que lo tiene todo perdido.