Y volvieron cantando

El bumerán de la agenda judicial

Tanto en Ferraz como en La Moncloa los movimientos tácticos a la hora de afrontar los casos abiertos están centrándose en la doble respuesta de los cortafuegos y de la actitud por negarlo todo ligada a las acusaciones de bulos

Esta misma semana conocíamos el archivo por falta de fundamento de una denuncia presentada ante la Fiscalía contra la esposa del presidente por unas supuestas cuentas en el extranjero. Denuncia que –mucho cuidado– dio en hueso con todo lo que ello conlleva. Tenemos el año aún en sus primeros compases y ya hemos contemplado un primer elenco de desfiles altamente mediáticos ante los tribunales, preludio del inevitable calvario que le espera al Gobierno y al PSOE durante los próximos meses en los que los Ábalos, Koldo, Aldama, Gómez, García Ortiz y un amplio elenco tendrán que realizar para bien o para mal el paseíllo judicial con o sin entrada al juzgado por la puerta del garaje. Pero, a pesar de lo complicado de la situación para el entorno de Sánchez, bien harían muchos en no cantar victoria teniendo en cuenta que hablamos de un presidente del Gobierno a cuyo partido únicamente le queda la gran baza, nada menor, del poder ejecutivo en la nación y que ha demostrado sobradamente, no solo la aplicación con notable éxito del manual de resistencia, sino una determinación para anclarse en el sillón de La Moncloa que no repara ni en socios poco fiables, ni en precios a pagar por gravoso que pueda resultarle al interés general del país.

Tanto en Ferraz como en La Moncloa los movimientos tácticos a la hora de afrontar los casos abiertos están centrándose en la doble respuesta de los cortafuegos y de la actitud por negarlo todo ligada a las acusaciones de bulos y contubernios que incluyen a algunos jueces. Sin embargo, el gran angular podría ampliarse ante cualquier giro aprovechable. La comparecencia de Miguel Ángel Rodríguez en el Supremo por un caso en el que el imputado es el fiscal general García Ortiz trató de venderse sin éxito desde las terminales de La Moncloa como primer paso a la supuesta imputación del jefe de gabinete de Ayuso. Se dio en hueso, pero un hipotético sobreseimiento judicial (que no moral) del caso que investiga al hermano del presidente por presunto tráfico de influencias, prevaricación y delito contra Hacienda puede ser el esperadísimo bumerán que certifique, sacando en tromba toda la batería mediática monclovita el argumentario socialista de los «bulos». Puede ser todo un balón de oxígeno a la espera, eso sí, del abismo García Ortiz y otras palabras mayores más «petroenergéticas».