Unión Europea
Evitar el contagio del caos británico
En una horas, los líderes de la UE se disponen a volver a escuchar en Bruselas a Theresa May solicitar una segunda prórroga del Brexit ante la repetida incapacidad de su Gobierno y el Parlamento de encontrar una salida al caos creado por un referéndum que han sido incapaces de gestionar. La “premier” recurrirá al fantasma de un “no acuerdo” para tratar de convencer a sus homólogos de la UE, temerosos ante el abismo de un Brexit salvaje y sus imprevisibles consecuencias económicas. Según las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), supondría alrededor de medio punto de crecimiento para los Veintisiete y otros tres puntos de PIB para Reino Unido de aquí a 2021.
Sin embargo, la experiencia demuestra que es más inteligente arrancar una tirita de una vez que hacerlo poco a poco. Y ésa es la agonía a la que parecen querer condenarnos los británicos. A un divorcio de final incierto que tendría como consecuencia principal hipotecar el futuro del proyecto europeo. Y eso es, precisamente, lo que los líderes de los Veintisiete deben evitar a toda costa. No sería aceptable que el caos y la parálisis política e institucional en Reino Unido se contagien al otro lado del Canal de la Mancha. En esta orilla quedamos los que verdaderamente queremos avanzar en ese camino de integración que arrancó después de la II Guerra Mundial.
El principal riesgo de que Reino Unido permanezca como Estado miembro de pleno derecho de la UE el próximo 1 de julio no es que participe en las elecciones europeas, pues sus diputados tendrían un mandato con fecha de caducidad, sino que influyera en las importantes decisiones que afronta la Unión en los próximos meses. Y los “brexiters” no ocultan su deseo de bloquear desde dentro siempre que puedan el funcionamiento comunitario en caso de sentarse en la próxima Eurocámara. De ahí que Francia advierta de que, en caso de una prórroga larga del Brexit, Londres debe dar garantías de no obstaculizar la UE. Y es que resultaría inaceptable que un país que por voluntad propia ha decidido bajarse del tren vaya a influir en el nombramiento de los nuevos responsables de las instituciones europeas (Comisión, Consejo, Parlamento y Alto Representante), en las negociaciones de los presupuestos plurianuales o en el desarrollo de la defensa común europea. En suma, es preferible un “no acuerdo” que una Europa en retirada.
pgarcia@larazon.es
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