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El año nuevo empieza el lunes, sin Isabel ni Benedicto
Si un funeral podía igualar al de Isabel II era el de un Papa y quizá no haya sido así, aunque es cierto que se trataba de un pontífice emérito
Joseph Ratzinger (1927-2022), Benedicto XVI, que ya reposa para siempre en El Vaticano tras un funeral sobrio, como él deseaba, pero quizá algo deslucido –incluida la breve prédica de su sucesor–, ya advirtió del «peligro de la trivialización racionalista, de la palabrería superflua y del infantilismo pastoral». «Produce escalofríos –añadía– esa liturgia a menudo sin brillo, que suscita aburrimiento con su tendencia hacia lo banal y su falta de aspiraciones estéticas». Benedicto, «el Papa de la verdad», como lo ha llamado con elegancia este periódico, utilizó durante su pontificado la larga tradición estética de la Iglesia para resaltar y transmitir algunos valores, porque el culto, el credo y la fe también necesitan símbolos, algunos arrumbados por Francisco, como los zapatos rojos, el camauro o los cambios introducidos en el palio.
El funeral de Benedicto ha sido el segundo gran oficio fúnebre de los últimos meses. El otro, fue el de su contemporánea Isabel II (1926-2022) que, al menos nominalmente, también era la jefa de la Iglesia Anglicana de Inglaterra, que es la que más puntos en común –sobre todo doctrinales– tiene con la católica. De hecho, los prelados anglicanos que han deseado «convertirse» al catolicismo siempre han encontrado las puertas abiertas y El Vaticano suele darles las facilidades, incluso con situaciones especiales para los que tienen familia. Algunas comparaciones, más que odiosas son absurdas, pero si un funeral podía igualar al de Isabel II era el de un Papa y quizá no haya sido así, aunque es cierto que se trataba de un pontífice emérito. No obstante, quizá El Vaticano debería afinar más, porque es probable que el caso de Benedicto se repita, con el peronista Francisco o con cualquier otro sucesor de San Pedro.
Ratzinger, el intelectual gótico tildado de ultraconservador, que con su renuncia devino en revolucionario, nunca fue un Papa de masas como Karol Wojtyla (1920-2005), Juan Pablo II, pero que más de 50.000 personas acudieran a su funeral después de nueve años retirado significa algo. En España, este año su funeral, la Pascua Militar y el día de Reyes, marcan –ahora de verdad– el inicio real de ese nuevo año que Sánchez anunció como muy intenso. Quizá también sería el momento de recordar que «el universalismo igualitario, del que proceden las ideas de libertad y convivencia solidaria, es un legado de la ética judía y de la ética cristiana del amor». Síntesis prodigiosa de milenios de historia recomendable para ignaros populistas y escrita, claro, por Ratzinger. El lunes empieza el verdadero año nuevo, sin Isabel ni Benedicto.
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