Nombramiento

Los sosos también ganan

Las puertas giratorias ya hemos visto que no han desaparecido con Pedro Sánchez, todo lo contrario, se han hecho más amplias y dan vueltas a mayor velocidad

Todos sabíamos que a Gabilondo, el filósofo, le faltaba el “swing” y el “roll” para robarle la cartera a Ayuso, que no tiene quien le gane a cañera cuando se pone a ello. Estaban afilando los cuchillos para cortarle el cuello y acabó lanzándolos para terror de sus enemigos internos y externos. Como el “Buitre” de su Real Madrid, nadie se revuelve mejor en el área chica.

Para qué recordar el revolcón que le propició a Gabilondo, no hay que hacer leña del árbol caído. Trató de llevarse a la gente al huerto, sin éxito, copiando a Loquillo con aquel lema desastroso “Soso, serio y formal”. No gustaba ni a sus propios votantes y la tragedia se mascaba. ¡Criaturitas, mías!, ¿no podéis tener otra ocurrencia? Había que ser cortito para no anticipar el trompazo electoral que finalmente se pegó y que lo dejó “KO”.

Unos resultados que a cualquiera le llevarían a meterse en la cama y taparse bajo la manta de por vida, pero el poder de las canonjías es verdaderamente sobrenatural. Ya le han buscado acomodo como Defensor del Pueblo tras un pacto entre PP y PSOE, que era a lo que él realmente aspiraba. Porque hay que tener un despacho bien acolchado donde abrigarse y seguir aferrado al poder aunque hagas el ridículo cosechando los peores resultados de tu grupo.

Las puertas giratorias ya hemos visto que no han desaparecido con Pedro Sánchez, todo lo contrario, se han hecho más amplias y dan vueltas a mayor velocidad. ¿Verdad, Carmona? Gabilondo, que en sus tiempos mozos fue fraile y daba algunos sopapos en el patio del colegio, es aupado ahora a un cementerio de elefantes de lujo, porque ya se sabe que no hay nada más listo que un lego con lecturas. De paso, Ayuso, que con toda la razón anunció que si por ella fuera le vetaría para este nombramiento, se traga un sapo amargo cocinado por su propio partido. Así, sin anestesia, una cargo y una torta en un sólo viaje. A veces hasta los más sosos se salen con la suya.