Política
El oro y el chantaje
Los socios de Pedro Sánchez llegaron para hacer la revolución y la guerra
El maná tiene cifras de 140.000 millones de euros. Un plan Marshall que viene de Bruselas, tras la hecatombe del Covid-19, cuando el virus asaltó España. A los Ertes le sucederán los Eres, e igual que a la enfermedad la hereda la muerte, no habrá manera de coagular la procesión de empresas zombies. Van los trabajadores ordenados como fichas de dominó en una cinta de la Universal, con el pobre Bela Lugosi en el papel de jefe de los muertos vivientes en una plantación haitiana. Nuestra última bala pasa por el oro del Perú, cortesía de Europa. Nuestro peligro, doble, tiene que ver con la posibilidad de que nos fumemos la pasta en aeropuertos babilónicos, construidos en mitad de la huerta, y museos de arte contemporáneo levantados en mitad de la nada. El otro embolado pasa por maliciar que el gobierno entregará el dinero de forma radicalmente arbitraria. Algo más que plausible dadas las querencias semi totalitarias e iliberales de un ejecutivo entregado a la demolición sistémica. Los socios de Pedro Sánchez llegaron para hacer la revolución y la guerra. Sus objetivos son incompatibles con el sistema que disfrutamos. Quieren reconstruirlo y demolerlo desde dentro, como termitas del parlamentarismo o procesionarias del demos. Aspiran a coser una república popular, indigenista o autocrática. Un poco a la manera de la RDA. O bien una confederación de paraísos fiscales, atomizados en una diversidad que enfatiza la extranjería del distinto y con las nuevas instituciones, la judicatura, la banca local y la escuela ungidos de cultos identitarios y otras religiones patrióticas. El actual ejecutivo, que ya reparte la pasta condicionado por los preceptos recalentados de sus colegas de Erc y Pnv, que tiene a Madrid recluida en el lazareto, por alegre, laboriosa e insumisa, amenaza ahora con redoblar la apuesta gracias al parné europeo. Pretende comprar así unos minutos extras de paz en unos territorios gobernados por políticos hostiles al bien compartido y la comunidad de ciudadanos libres. La tregua durará lo que dure abierto el grifo, siguiendo la lógica mafiosa y sus ritos y usos, establecidos por prohombres como «Lucky» Luciano Oriol Junqueras, pasando por mitos como Al Capone y Xabier Arzalluz.