Relevo

Óscar López, un «paracaidista» para hacer el trabajo sucio a Sánchez

El lunes se prevé que presente su candidatura a la secretaría del PSOE-M, aunque no está garantizado que logre suficiente apoyo

El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López, en la clausura del acto con motivo del Día de la Consultoría 2024, en el Palacio de Neptuno, a 26 de noviembre de 2024, en Madrid (España). El evento, organizado por la Asociación Española de Empresas de Consultoría (AEC), es una jornada de networking que permite conocer sectores estratégicos como banca, defensa, movilidad, turismo, automoción, seguros, tecnologías de la información y consultoría. 26 NOVIEMBRE ...
Óscar López interviene en la clausura del acto con motivo del Día de la Consultoría 2024Diego RadamésEuropa Press

El PSOE de Madrid inicia una nueva etapa en la que será necesario redefinir su liderazgo después de la dimisión de su secretario general, Juan Lobato. Queda así expedito el camino para que presente su candidatura Óscar López, el ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, que previsiblemente se materializará el próximo lunes, según aseguran fuentes socialistas, apoyado por críticos de Lobato, pero también por otros que venían respaldando al ya exlíder de los socialistas madrileños y que ahora estarían dispuestos a cambiar de idea.

El PSOE-M volvería a tener otro candidato impuesto desde Ferraz, aunque no está claro que consiguiera los apoyos necesarios para alzarse con la secretaría general del partido, ya que la última palabra la tendría la militancia, que deberá pronunciarse en la primera vuelta de las elecciones al liderazgo del partido en Madrid el próximo 11 de enero.

Sus defensores valoran su peso político en el Gobierno de Sánchez y que se trate de un candidato madrileño «que conoce la realidad de lo que ocurre en la región»; sus detractores consideran que «es un desconocido que fracasó en su intentona por arrebatar al PP Castilla y León y representaría una continuación del simanquismo». Su candidatura a la Secretaría General se interpreta, además, como una forma de controlar la política madrileña desde la dirección nacional.

Pero si hay algo que la militancia del PSOE-M no quiere son «candidatos frikis». De ahí que, en el caso de no haber ninguno de peso, hasta sus detractores piensan que podrían verse abocados a prestar su apoyo a Óscar López, si no hay mejor opción.

La militancia no esperaba que el hasta ahora secretario general de los socialistas madrileños, Juan Lobato, presentara su dimisión después de la rueda de prensa en la que denunció el «linchamiento» que había recibido por parte del partido. Muchos lo interpretaron como un signo de que estaba dispuesto a dar la batalla. Pero ayer ya se hablaba de Lobato como un segundo Tomás Gómez porque «no se ha ido él, se lo ha cargado el partido», sentenciaban miembros del PSOE-M.

Tras el escándalo que le llevó a admitir que había registrado ante notario una conversación con Pilar Sánchez Acera, asesora del ministro Óscar López, con información comprometedora del novio de Ayuso, desde algunos sectores del PSOE-M se había pedido a Lobato la dimisión «para contener el daño al partido y para evitar arrastrar a algunos de sus leales que no se merecían que esta situación les llevara por delante», aseguraron a LA RAZÓN fuentes socialistas.

De hecho, se da la circunstancia de que ni su entorno más cercano ni las personas que le acompañaron en la rueda de prensa que convocó a primera hora de la mañana del martes sabían qué es lo que iba a decir Lobato en su intervención, tal y como aseguran las mismas fuentes. «Eso está feo y te hace dudar», dicen. De ahí que aseguraran que «Juan Lobato ha ido perdiendo apoyos y ha acabado pegándose un tiro en el pie él mismo», añadieron las mismas fuentes.

Ayer, era Juan Lobato el que anunciaba a la militancia su renuncia al cargo después de defender su forma de hacer política y tras expresar discrepancias con la dirección nacional. Según argumentaba en la misiva, su salida buscaba frenar una situación de división interna que amenazaba con perjudicar al partido y los logros conseguidos en los últimos tres años. «No continúo para poner freno a una situación de enfrentamiento y división grave que se estaba generando en el partido, que solo iba a dañar al PSOE en Madrid», señaló. Pero dejó claro que «la política no debería tratar de aniquilar al adversario ni de destruir al que piensa diferente», dijo en referencia a los que le acusan de no hacer una oposición que no resulta lo suficientemente agresiva con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. A los que le acusan de traicionar al partido también les envió un mensaje: «La lealtad a mi partido es trabajar para poner en marcha sus principios, aquello que lleva más de 145 años representando: la igualdad, la libertad, la democracia, la educación y la sanidad pública, la defensa de los más vulnerables, el no dejar a nadie atrás».

A pesar de su dimisión, el exsecretario general reafirmó su compromiso con el PSOE y con la militancia. «Hoy doy un paso al lado en el liderazgo, pero seguiré trabajando desde cualquier posición para contribuir al progreso de nuestra sociedad», aseguró.