El Madrid de

Elisa Matilla: «Reivindico la comedia por la comedia, sin moralinas»

La actriz representa a Valeria Lúxor en la obra «Inmaduros», en el Teatro Reina Victoria. Defiende pasar un rato de la risa por la risa

 Elisa Matilla, actriz
Elisa Matilla, actriz. David JarDavid JarFotógrafos

Su primera aparición se remonta a 1989, cuando debutó en el programa de TVE «Pero esto qué es», con tan solo 16 años. Su juventud y su inocencia la llevaron a no pensarse dos veces el lanzarse a por aquello que le gustaba, que era el teatro; la incertidumbre o la precariedad que suelen acompañar al sector le pasaron totalmente desapercibidas. «Yo quería actuar, no pensaba en otras cosas como la repercusión, la popularidad o ser conocida. Tampoco en la televisión ni en el cine, que luego llegaron, pero no lo esperaba».

A Elisa Matilla le gustaba ir a las salas de cine en versión original que emitían en Sevilla, su ciudad natal, aunque su vida la hizo en Madrid. «Cuando veía la gran pantalla, a mí me parecía algo inalcanzable. Sin embargo, el teatro y el contacto con la literatura me parecían algo mucho más cercano y hasta personal».

Con una larga trayectoria y después de haber podido experimentar todas las expresiones de la interpretación, del teatro destaca la inmediatez, «yo soy muy impaciente y el teatro te recompensa en el momento, ya sea con risas, aplausos o incluso los silencios», dice. En el cine, se siente como una pieza de un gran puzle que debe encajar, que va mucho más allá de la preparación personal e individual de un personaje e intervienen otros factures. La televisión y los diarios también son algo que Elisa Matilla disfruta especialmente. Y con todo ello, «el teatro es mi sitio», afirma.

La actriz comenta que la profesión ha cambiado mucho desde sus inicios, «antes éramos menos y nos teníamos más identificados, ahora abarca mucha gente, compañías teatrales, plataformas digitales… Yo a veces tengo que estudiar nuevas caras, me cuesta conocer a todo el mundo de la profesión».

Lola Herrera es su gran referente, recuerda verla en teatro junto a otros actores de zarzuela, o después en su gran monólogo de «Cinco horas con Mario». También menciona a la madrileña MaríaAsquerino, quien le impactó con «Anillos para una dama». Respecto a ellas, «si tenía algún sueño, era hacer eso», reconoce Elisa Matilla. «Yo tenía la inquietud, lo que no sabía es que iba a salir bien». No era una buena estudiante, aunque la formación en todo lo que abarcaba la interpretación no le costó lo más mínimo: «Ahí no tardaba nada en estudiar, hinqué los codos rapidísimo. Tenía que encontrar algo que me gustara y era eso. Por aquel entonces es cierto que la carrera de actor era algo inseguro, pero yo creo que, en el momento en el que vivimos, lo son prácticamente todas las profesiones».

Gestionar la parte emocional es también parte del trabajo, «hay gente que cuando deja su trabajo sufre hasta una depresión, nosotros tenemos que acostumbrarnos porque cambiamos continuamente de todo, de escenario, de papel y de compañeros, es parte del oficio». En este sentido, la actriz recuerda la -tan cercana y lejana- pandemia, que «nos recordó la vulnerabilidad e inseguridad que vive con nosotros»

Elisa Matilla también cuenta con la pandemia en su currículum, pues supo en primera persona lo que era actuar frente a distancias de seguridad y mascarillas, «fue muy difícil», señala, pero a la vez «una recompensa doble de las risas que se escuchaban en los escenarios». Nada más reabrieron los teatros, se subió a las tablas para la obra de «Asesinos todos», con Carlos Sobera, donde la carcajada significaba la pista de que la obra estaba gustando. «Fueron momentos de no poder celebrar las obras, de no poder tomarnos una cerveza al acabar y volvernos a casa a digerir todo en soledad», explica.

 Elisa Matilla, actriz. David Jar
Elisa Matilla, actriz. David JarDavid JarFotógrafos

Elisa Matilla se ha convertido en Valeria Lúxor, en el Teatro Reina Victoria con la obra «Inmaduros». Una antigua estrella que a sus 60 años tiene muy claro lo que le hace feliz y ya no está para los juegos de dos hombres recién divorciados. «No tengo nada que ver con el personaje, pero no es ningún drama, yo también reivindico la comedia por comedia, sin moralinas, diversión por diversión».

Mi mejor momento en Madrid

Cuando Elisa Matilla llegó a la ciudad la recuerda «totalmente distinta». Asistió a la escuela de Arte Dramático de Ópera y le cautivó «un Madrid mucho más caótico», donde solía concurrir por la sala Stella o el Ambigú, así como su primera pizzería «La Gata Flora», que ha cerrado. Reconoce que se enamoró de una Malasaña «más antro» desde el primer momento, y aunque ahora sea testigo de los cambios que ha experimentado la ciudad, abandonando cada vez más el concepto de barrio, sigue siendo una defensora de los clásicos: Casa Macareno, Bodegas Ardosa o LaLina.