En el recuerdo

Aquí estaba el tobogán "para adultos" de Madrid

Aquella instalación, que se vendía como gran novedad, fue una de las más concurridas de la capital

El tobogán de Cibeles
El tobogán de CibelesAyuntamiento de Madrid

¿Qué fue antes? ¿El aparato donde se deslizaban o el instrumento con el que se dejaban caer los aventurados y animosos que gustaban de este ingenioso aparato, de esta extraña máquina? Por lo que parece, el origen de todo ello está en Canadá. Allí, algunas tribus indias solían dejarse caer en trineos por pendientes nevadas -y congeladas-. Algo que llamó poderosamente la atención a los primeros europeos que los vieron. De allá nos llegaría esa voz, «toboggan» que, en nuestro país, más que al trineo, acabó dando nombre al espacio o aparato sobre el que se dejaban caer las personas. Adultos más que niños, pues en aquel primer momento, la diversión estaba destinada más a aquellos que a los menores.

El tobogán de Cibeles: deporte y diversión
El tobogán de Cibeles: deporte y diversión Ayuntamiento de Madrid

De las primeras referencia con que contamos de este «toboggán» o «toboggan», está el diario el Eco de Navarra, que informaba de esta manera de los preparativos que se estaban llevando a cabo en Pamplona para las fiestas de San Fermín: «Se ha concedido terreno para la instalación de tres churrerías, una buñolería, cuatro barracas de tiro, un toboggan (el primero y único en España), cuatro columpios y cuatro cinematógrafos». Todo esto era allá por el 6 de julio de 1907. El éxito que tuvo el nuevo ingenio lo convirtió en objeto de deseo -y negocio-, hasta el punto de extenderse su utilización por toda España. Instalaciones similares se pudieron ver en ciudades como Santander, Zaragoza, Madrid o Barcelona.

En la capital, un espacio hoy reconocido y reconocible, como es el actual Ayuntamiento de Madrid ocupaba el espacio de unos concurridos jardines a un paso del Paseo del Prado. Se trataban de los Jardines del Buen Retiro, donde con el paso del tiempo se levantaron también otras edificaciones. Y es que desde el último tercio del siglo XIX el solar que hoy alberga el Edificio de Correos y Comunicaciones, y por lo tanto el actual Ayuntamiento de Madrid, fue ocupado por esta zona verde. Un espacio dedicado al esparcimiento público que contaba con diversas atracciones, como circos, merenderos, kioscos de música... y algo más. Lo último en diversión. Una construcción que podía verse desde lejos y que se convirtió en toda una referencia en la capital.

Como se apunta en «Memoria de Madrid», el «toboggan», así, escrito con dos ges era descrito por los periódicos de la época de la siguiente forma: «Consiste en abandonarse una persona colocada en un plano inclinado a la fuerza de una pendiente, que baja caracoleando desde una regular altura». Y hay más «por ella se han deslizado elegantes y bellas señoritas de lo más selecto de la buena sociedad madrileña, que se habían dado cita en la explanada en que se alza el artístico aparato. La concurrencia, numerosa. Una banda de música amenizó el acto. Auguramos a la empresa seguro éxito, pues la emoción del espectáculo ha de atraer a los amantes del sport». Como ya saben, en aquellos momentos se utilizaba la forma inglesa para deporte... Un anglicismo adaptado -también- a nuestro idioma que luego, con el paso de los años, fue castellanizado.

Cada viaje costaba 15 céntimos, el precio de un periódico más o menos, aunque siempre podías adquirir un bono de 10 viajes por una peseta.

Hoy en día, con Parques de Atracciones de todo tipo, o parques temáticos, cuando no con la posibilidad de viajar para ir a otros espacios de diversión en todo el mundo, el «toboggan» de Cibeles pareciera aunar una mezcla de ingenuidad y nostalgia por unos tiempos en que las diversiones no eran tan «espectaculares», si tenemos en cuenta los parámetros de hoy en día. Sin embargo aquello tenía un cierto halo de modernidad, allí levantado, cerca del Banco de España y a un paso de la Cibeles.