Política
Tensión preelectoral en la Asamblea de Madrid
El PSOE cuenta los días para las elecciones; Podemos, dividido; incertidumbre en el PP y un cuerpo a cuerpo con Más Madrid
Queda un año para las próximas elecciones autonómicas y municipales y el viento cortante se empieza ya a sentir en la arena política madrileña. En el caso de los populares, la tensión ha subido de voltios habida cuenta de que nos encontramos a una semana del congreso del PP de Madrid, que supondrá una renovación del partido en todo lo que supone su estructura interna y de funcionamiento con Isabel Díaz Ayuso al frente de la presidencia del PP autonómico. Por eso fuentes parlamentarias aseguran que en las reuniones del Grupo Popular en la Asamblea previas a los plenos no hay ausencias estas últimas semanas, cuando, en otras ocasiones, sí se ha visto a algunos diputados más rezagados. También hay nerviosismo por la factura que podría pasarles en el futuro a diputados o consejeros afines a Casado durante la crisis del partido y que no se alinearon con Díaz Ayuso, de cara a la elaboración de listas electorales. De la misma manera que hay inquietud sobre quién compondrá la dirección del partido que salga del cónclave madrileño. Ayuso ha dado ya varias pistas: el secretario general será Alfonso Serrano, portavoz del Grupo Popular en la Asamblea; no quiere que sus consejeros acumulen poder orgánico; y ha señalado el sur de la Comunidad como uno de los puntos cardinales que tiene en el punto de mira para teñir de azul en las próximas elecciones. De ahí que ya haya asegurado que dará más protagonismo a los portavoces populares en los municipios meridionales. Pero, en este momento, «hablar de quién compondrá la dirección del partido es adentrarse en un campo minado», aseguran fuentes populares.
En el otro extremo político, la situación de Unidas Podemos no puede ser más complicada. Las encuestas ponen a la formación al borde de la desaparición en representación parlamentaria las próximas elecciones y, para colmo, es más que evidente la división interna, la falta de sintonía y entendimiento de la portavocía bicéfala de la formación morada compuesta por Carolina Alonso y Alejandra Jacinto. Se evidencia hasta en cuestiones prosaicas, como es el hecho de que «no coinciden ni en el comedor de la Asamblea», dicen fuentes parlamentarias.
Ayer, la presidenta regional aprovechó lo ocurrido en Andalucía para ridiculizar a la formación: «En primero de columpios de democracia lo que hay que hacer es saber inscribirse en unas elecciones», sentenció.
Mientras, los de Rocío Monasterio empiezan a marcar distancia de Díaz Ayuso con iniciativas que consideran que pueden contentar a su electorado, aunque apenas haya margen para que puedan aplicarse. Ayer Vox pidió la eliminación de viceconsejerías y asesores para ahorrar en gasto político, una de las obsesiones del Grupo. Pero no encontraron el apoyo de los populares, que defendieron la austeridad de la estructura del Ejecutivo madrileño y sí que reprocharon que, en Castilla y León, los de Abascal consientan que haya viceconsejeros e incluso una vicepresidencia ostentada por un representante de Vox sin atribución específica. Los de Monasterio aquí sí que encontraron el apoyo de Unidas Podemos, pese a que en numerosas ocasiones sus diputados no hayan ocultado que les «revienta» ir de la mano de los morados en la votación que sea.
Los socialistas ya han activado el modo preelectoral. Y desde hace días. El portavoz socialista, Juan Lobato, muy crítico con la «fábrica de bulos» de Ayuso, lleva cuenta diaria de cuánto queda para las elecciones: 385 días, 384...Cada tres meses hay comité regional y ayer llevó a la Asamblea a una corte de portavoces y alcaldes socialistas para evidenciar «el desastre» de la gestión del Plan de Inversión Regional (PIR). Sus adversarios políticos no tienen claro que Lobato pueda llegar a ser el candidato del PSOE a las elecciones autonómicas, salvo que el partido no quiera «quemar» a otros aspirantes posibles a la vista de los buenos resultados que dan las encuestas a Díaz Ayuso, pero Lobato no ceja en su empeño de trabajarse un perfil votable.
Con Más Madrid, el principal partido de la oposición, la tensión crece pleno tras pleno entre la portavoz de la formación, Mónica García (que ha dejado su trabajo como anestesista para dedicarse de lleno a la política de cara a 2023) y la presidenta regional, con encendidos debates que alcanzan lo personal. Lo de ayer en la Asamblea fue ya un cuerpo a cuerpo entre ambas. García acusó a Ayuso de convertir los plenos en un «barrizal irrespirable» e hizo un repaso a los calificativos que recibe de la presidenta regional: «Bildu, bolivariano, entrecot... Que estoy desesperada, que tengo la boca mustia, que sonría un poco más, que tengo cara de asco, que me hago tirabuzones peperos en el pelo...». Pero si hay algo con lo que está molesta García es con los calificativos que recibió la semana pasada de Ayuso: «Ha cruzado todos los límites cuando dijo que yo venía a hacer terapia porque en mi familia no me soportaban». Incluso acusó a Ayuso de hacerla «bullying político». Pero ésta no se arredró con el rapapolvo: «A la política se viene llorado de casa y, si no soporta la presión de quedar en evidencia un pleno tras otro, haga lo que dicen en el PSOE, sea sustituida por otro compañero que pueda estar a la altura».
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