Operación Lezo
La corrupción arrasa con el «matrimonio» PP-Cs
La comparecencia de Cifuentes en la comisión de Lezo el 2 de febrero, que apoyó ayer el partido naranja, rompe las relaciones entre los socios de investidura. Ambas formaciones ven en los últimos movimientos del contrario una estrategia para ganar votos
Un informe de los servicios jurídicos de la Asamblea, que terminará con Cristina Cifuentes de nuevo en la comisión que investiga la corrupción en la Comunidad de Madrid, se ha convertido en el último argumento para el «divorcio» entre ambas formaciones.
Un informe de los servicios jurídicos de la Asamblea, que terminará con Cristina Cifuentes de nuevo en la comisión que investiga los casos de corrupción en la Comunidad de Madrid, se ha convertido en el último argumento para el «divorcio» que desde hace meses escenifican PP y el partido que apoyó la investidura de la presidenta regional: Ciudadanos.
La Mesa de la cámara autonómica decidía ayer por la mañana si citar a Cifuentes a la mencionada comisión en calidad de «consejera del Canal de Isabel II entre los años 2012 y 2014». La propuesta salió adelante con los votos de todos los representantes de la oposición, incluidos los de Cs que hasta entonces habían fiado su posición respecto a este tema a un dictamen que el partido del Gobierno había pedido a los letrados de la Asamblea y que determinó este mismo jueves que será ilegal preguntar a Cifuentes sobre si fue casualidad o no que un permiso de la Audiencia Nacional para que la Comunidad entregara las actas de las reuniones del Canal se «traspapelara» durante cuatro meses en los despachos de la Real Casa de Correos. El 2 de febrero, fecha en la que se ha marcado la cita, sólo se podrá preguntar a Cifuentes por lo sucedido entre 2012 y 2014. Con este informe sobre la mesa, y a sabiendas de que el partido de Albert Rivera se suele regir por este tipo de informes legales para determinar su postura en otros parlamentos regionales, a primera hora de la mañana en el PP mantenían la esperanza de que Ciudadanos no se uniera a lo que el diputado Alfonso Serrano calificó de «intento de formar otro aquelarre para linchar políticamente a Cifuentes». Pero no. Y entre ambas formaciones volvió a desatarse una nueva tormenta que el número dos de la presidenta, Ángel Garrido, calificó de «venganza directa de Ciudadanos».
«Desde luego que se han visto afectadas y se verán afectadas», manifestaba tras conocer la decisión de la Mesa al ser preguntado por los periodistas por si este nuevo revés afectaría a la relación que une a ambas formaciones. Para Garrido, en declaraciones recogidas por Efe, el último capítulo de sus desavenencias con sus socios de investidura ha sido «un ejemplo lamentable de lo que no debería pasar en el Parlamento y se lo debemos, en este caso, a los dirigentes de Ciudadanos, Ignacio Aguado y César Zafra, que han faltado a su palabra, puesto que dijeron que iban a hacer caso de las recomendaciones de los letrados, pero hoy han decidido que eran simples recomendaciones». «Están nerviosos, llevan toda la semana amenazando. Empezaron con pedir la dimisión de Zafra y acaban con estas amenazas», hacían por su parte balance de la situación ayer fuentes del partido naranja.
Aunque en los últimos días las heridas entre PP y Cs han estado más abiertas que nunca, esta no es la primera ocasión en la que el «matrimonio de conveniencia» peligra. El plantón de Cifuentes a la reunión en la que ambos partidos analizan anualmente el estado de su pacto de investidura (la presidenta acudió a la misma hora a la toma de posesión del rector de la Autónoma) en junio, o la primera «infidelidad» –al menos la que parece que más dolió a la presidenta– cuando Aguado, portavoz de Ciudadanos en la cámara autonómica, pidió junto a PSOE y Podemos su comparecencia en solitario en la comisión que investigó los contratos de la cafetería de la Asamblea entre 2009 y 2011 con el grupo empresarial liderado por Arturo Fernández (en mayo Zafra –portavoz adjunto de Cs– lideró el «interrogatorio» a la presidenta en la comisión y ella aseguró sentirse «víctima de un linchamiento»), han sido los últimos encontronazos. Pero no los únicos. Las negociaciones para cerrar los presupuestos, sobre todo para la foto en la que ambos líderes debían posar y que finalmente sólo protagonizó la presidenta, o las sendas campañas que ambos partidos contrataron en las vallas publicitarias de los andenes del metro para reivindicar con apenas dos metros de distancia sus respectivas aportaciones al proyecto final de cuentas regionales, también han sido motivo de enfrentamiento durante los últimos meses. De momento, como ocurre en las rupturas de algunas parejas del «cuore», Cifuentes ya no sigue a Aguado en las redes sociales desde hace meses.
Al margen de estas desavenencias ni en el Ejecutivo de la Comunidad de Madrid ni en Ciudadanos quieren hablar por el momento de ruptura del pacto o de moción de censura. «El pacto se está cumpliendo», reconocen en ambos bandos, aunque los dos saben que les conviene mantener la mejor de las relaciones. Los primeros necesitan el apoyo de los 17 representantes naranjas para sacar adelante proyectos tan importantes como los presupuestos en la Asamblea, donde el bloque PP-Cs apenas cuenta con un diputado más que la suma de PSOE y Podemos. Los segundos, por su parte, tienen en este tipo de enfrentamientos –en los que siempre buscan destacar la relación de Cifuentes con los casos de corrupción– para ir ganando apoyos de cara a la campaña de las autonómicas que se celebrarán en apenas un año y medio.
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