Islas Baleares
El Rey a Casiraghi: «¿Cómo es navegar en catamarán?»
Esta noche, Don Felipe entrega, en el espacio de Ses Voltes, al pie de la catedral de Palma, los trofeos de la 35 Copa del Rey Mapfre de Vela. Mañana, a las 20:30 horas, los Reyes ofrecen una recepción a la sociedad balear en el palacio de la Almudaina, con la que concluye su agenda oficial en la isla
Esta noche, Don Felipe entrega, en el espacio de Ses Voltes, al pie de la catedral de Palma, los trofeos de la 35 Copa del Rey Mapfre de Vela. Mañana, a las 20:30 horas, los Reyes ofrecen una recepción a la sociedad balear en el palacio de la Almudaina, con la que concluye su agenda oficial en la isla
Había esperanzas en que el Rey hubiera salido a navegar. Quién sabe si se embarcará hoy. Ya lo dijo él mismo el jueves en el Palacio de Marivent: «Me gustaría salir porque es bueno coger un poco de salitre». Ayer llegó a las instalaciones del Real Club Náutico de Palma de Mallorca a las 10:22, conduciendo su propio coche. Pantalón chino beige sin pinzas, náuticos, gafas polarizadas y el polo blanco corporativo del barco en el que navega, el Aifos. Los pantalones largos delataban que esta vez tampoco se echaría a la mar. Aun así, el fuerte viento sobre la bahía de Palma impidió que las embarcaciones pudieran competir.
Antes de sentarse a tomar un café solo con hielo en la cafetería del Náutico, nos dio los buenos días y pudimos preguntarle si embarcaría a ver volar a los catamaranes, la novedad y atracción de esta edición de las regatas. «Si navego, los veré de lejos», respondió a LA RAZÓN. Tras visitar las instalaciones y los espacios de los patrocinadores, buscó una butaca en el local. Mientras hablaba con Javier Sanz, presidente del Club Náutico, sobre cómo se estaba desarrollando la 35 edición de su Copa de Vela, se acercó a saludarle Pierre Casiraghi, hijo de Carolina de Mónaco y el fallecido Stefano Cashiraghi. El Rey estaba muy interesado en que el joven príncipe monegasco le contase cómo era navegar en esos catamaranes voladores. Casiraghi le contaba en francés que era una sensación que se parecía más, por la velocidad a la que iban, a la de un coche de carreras que a la de ir en un barco velero. Fue una conversación privada breve pero distendida. Media hora después, Don Felipe se acercaría al atraque 13 del pantalán principal para saludar a la tripulación del Aifos. Risas, una largo intercambio de impresiones y fotos con todos sus compañeros de competición. Desde ahí y antes de regresar a Marivent quiso conocer de cerca el pantalán donde atracan los catamaránes, entre ellos el Malizia de Casiraghi. De esta manera, el Rey cumplía con una tradición no escrita que ya iniciara su padre de tomar el pulso de la competición, al menos desde las instalaciones del Real Club Náutico. Otra de las costumbres que mantienen los Borbones durante su estancia en Baleares es que los más jóvenes realicen un curso de vela de lunes a viernes. Aunque los Urdangarín-Borbón se incorporaron con el curso comenzado. Ayer los nietos de Don Juan Carlos y Doña Sofía completaron esta sesión intensiva de clases con la entrega de los diplomas de asistencia al mismo en la sala Ponient del club de vela Calanova. Dados los conocimientos náuticos que ya tienen los dos primos Marichalar y los cuatro Urdangarín, solo con ellos y dos niñas más ha sido suficiente para formar un grupo de nivel avanzado. Diez minutos antes de la cinco llegaban a puerto, después de su última clase. Como el resto de alumnos, portaron y guardaron ellos mismos las embarcaciones y los aparejos y, junto a los compañeros, se prepararon para recibir sus diplomas. Veinte minutos después, llegaban la Reina Sofía y la Infanta Elena para presenciar la entrega de diplomas. Mientras madre e hija tomaban un refresco en el interior y se abanicaban con la carta del restaurante, los niños compartían merienda y bromas. Fue al grito de Felipe Juan de «¡a por Iván y Carlos!», los monitores del curso, cuando se desencadenó una batalla del agua. Y casi todos acabaron «bautizados» en el mar, solo se salvaron Irene y Victoria Federica. La hija de Doña Elena temía por su móvil y se escabulló del lanzamiento. En años anteriores, Doña Sofía fue la encargada de entregar los diplomas y también de coordinar un posado de familia. En esta ocasión, se optó por un perfil más bajo dado que era un acto privado.
Cena de armadores
Dado que Pierre Casiraghi figura como armador de su catamarán Il Malizia, fue uno de los primeros en llegar el pasado jueves al Real Club Náutico de Palma para participar en la tradicional cena de armadores. Ochocientas personas eran convocadas por Javier Sanz, presidente del Real Club, al fiestón del verano. Un presidente que es un lobo de mar porque con toda probabilidad esta noche recibirá un trofeo como ganador de su categoría de barco de manos del Rey. Un saxofonista en el tejado amenizaba la velada, unos percusionistas ponían la marcha y las ostras, los arroces con placton y verduras, las hamburguesas de diseño y el champán agasajaban a la marinería y a la sociedad balear que acudía al Náutico con su alcalde, José Hila, a la cabeza y con su madrina, Olivia de Borbón, que feliz nos contaba que espera el nacimiento de su hija para noviembre.
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